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Gloria y desgracia de un virrey francés de Cataluña. El mariscal de La Mothe-Houdancourt (1641-1644)

Daniel Aznar y Martínez

Comment citer cet article :
Daniel Aznar y Martínez, "Gloria y desgracia de un virrey francés de Cataluña. El mariscal de La Mothe-Houdancourt (1641-1644)", dans Pedralbes. Revista d’Història Moderna, Universitat de Barcelona, Barcelone, 2006, p. 187-254. Article édité en ligne sur Cour de France.fr le 1er septembre 2009 (https://cour-de-france.fr/article1105.html).

“Allávanse las guerras tan sangrientas entre Francia y España, que no sólo se veían las campañas aquí, pero en Italia, Flandes y otras partes avía crueles batallas, estando todos los Príncipes, potentados, republicas, y hasta el Pontífice, con las armas en la mano, siendo toda Europa una palestra de Marte” [1].

RESUM
La trajectòria d’un dels primers virreis francesos de Catalunya, Philippe de La Mothe-Houdancourt (1605-1657), ens guiarà en la nostra aproximació a les realitats entrecreuades que varen marcar les relacions entre França, Catalunya i Espanya durant el primer període de dominació francesa del Principat. Militar brillant, virrei de Catalunya entre 1642 i 1644 i primat de la noblesa catalana en la seva qualitat de duc de Cardona, presoner d’Estat, frondeur, i novament virrei entre 1651 i 1652; aquestes són les diferents vessants del personatge. Al present article hem volgut insistir especialment en l’univers de relacions dinàstiques i clientelars al centre de les quals es situa el que fou el més important dels virreis francesos de Catalunya. Un virrei entre dos regnats i especialment entre el ministeri de dos cardenals, Richelieu i Mazarí. El nostre estudi es limita als anys del primer mandat del mariscal de La Mothe, prenent com a limits cronològics aproximats la data de la seva designació com a general en cap de l’exèrcit francès a la provincia, al gener de 1641, i la seva destitució al desembre de 1644, precedent immediat de la seva detenció, empressonament i procès.

SUMMARY
The life history of one of the first French Viceroys of Catalonia, Philippe de La Mothe-Houdancourt (1605-1657), Hill be guide us in our study of the intertwinement that marked relations between France, Spain and Catalonia during the first period of Principality’s French domination. A brilliant military man, a Catalan Viceroy between 1642-1644, the Primate of Catalan nobility as Duke of Cardona, state prisoner, troublemaker and once again Viceroy from 1651-1652: These are some of the facets of this figure. In the present article we want to put special emphasis on the world of dynastic relations and clientelism in whose center the most important of the French Viceroys of Catalonia is present. He was Viceroy between two reigns and with special importance between the ministry of two cardinals, Richelieu and Mazarino. Our study is limited to the years of the first mandate of the Marshal of La Mothe, taking as approximate the chronological limits of his designation as general-in-chief of French army in the province in January 1641 and his dismissal in December 1644, shortly before his detention, incarceration and trial.

P. 188 de la première édition

Linaje y poder. Los La Mothe-Houdancourt en el universo cardenalicio

La Casa de La Mothe-Houdancourt descendía de la antigua nobleza de Picardía. Nobleza antigua y caballeresca, ninguna traza de otro oficio que no fuera el de las armas entre los ancestros paternos del futuro mariscal, pero nobleza de segundo rango. [2]
De hecho los La Mothe-Houdancourt contrajeron su fortuna, de manera accidental, emparentando con los Charles-du Plessis-Picquet. El señor de Houdancourt, viudo por dos veces, había redorado su blasón vetusto desposando a la heredera de una respetable y rica familia parlamentaria. Lo que el señor de Houdancourt no podía imaginar era que a través de su mujer sus hijos se convertirían en parientes del que más tarde sería el todopoderoso primer ministro de Francia durante dieciocho años, Richelieu.
Los Charles du Plessis-Picquet estaban vinculados a dos grandes linajes parlamentarios los Bochart y los La Porte, y a través de ellos a los du Plessis de Richelieu. Así, la madre del futuro virrey de Cataluña, Louise Charles-du Plessis-Picquet, era prima en tercer grado de Armand-Jean du Plessis de Richelieu, el cardenal-duque de Richelieu. [3]

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Este vínculo un tanto lejano con Richelieu quedaba reforzado por el más próximo, también a través de Mme de La Mothe-Houdancourt, con los La Porte quienes eran la familia materna del Cardenal [4]. Así pues los La Mothe eran a la vez parientes lejanos y contraparientes del primer ministro de Luis XIII. Huérfano a los cinco años Richelieu se había educado de hecho al amparo de sus tíos maternos La Porte, Charles señor de La Meilleraye, y Amador de La Porte comendador y más tarde Gran Prior de Malta en Francia. Fue a través de ellos que Richelieu frecuentó con familiaridad a los La Mothe.
Daniel de La Mothe-Houdancourt, diez años menor que él, se convirtió en uno de sus amigos íntimos. La carrera del mayor de los La Mothe-Houdancourt y Charles-du Plessis-Picquet se realizó en gran medida gracias a la de su primo Richelieu, que además de colmarle de honores y prebendas (entre las que destaca el obispado de Mende) le otorgó misiones de gran importancia política, como la jefatura de la Casa de la reina de Inglaterra, Enriqueta María de Francia, o la preparación del sitio de la Rochelle [5]. Una brillantísima carrera que se truncó por una muerte demasiado temprana. Daniel de La Mothe, obispo de Mende moría el 5 de marzo de 1628 con sólo treinta y tres años. «Le pauvre Monsieur de Mende a fait une fin angélique» comentaba con tristeza Richelieu en una carta a Luis XIII. [6]

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La carrera del obispo de Mende no deja lugar a dudas sobre la proximidad entre el cardenal de Richelieu y susprimos La Mothe, pese a su lejano parentesco. Gracias a la protección del obispo otro pariente común de los La Mothe, los La Porte y del propio Richelieu, François Sublet de Noyers, había integrado las primeras filas del gobierno cardenalicio [7]. Noyers se convertiría en 1628 en uno de los cuatro intendentes de Finanzas, para acceder en fin en 1636 al oficio de secretario de Estado, teniendo a cargo el ministerio de la guerra. Desde este puesto actuó como valedor activo de sus parientes La Mothe y La Porte hasta su caída en desgracia en 1643 [8].
Alrededor del año 1640 tres de los hermanos La Mothe accedieron diversas importantes dignidades, que los situaba en el primer plano de la escena política. El mayor de ellos, Antoine era promovido mariscal de Campo, y recibía el gobierno de Corbie, plaza clave en la frontera con los Países Bajos españoles de un gran valor simbólico a causa del sitio de 1636. El menor, Henri, de 26 años, que acumulaba ya múltiples beneficios eclesiásticos, era designado obispo de Rennes, convirtiéndose así en primado de Bretaña. Por último el mediano (mayor del tercer lecho del señor de Houdancourt tras la muerte del obispo de Mende), Philippe, mariscal de Campo desde 1637, se veía confiar de manera interina la alta comandancia del ejército de Piamonte.
La carrera de los dos últimos, Henri de Rennes y Philippe de La Mothe, tomaba un rumbo prometedor. Monsieur de Rennes accedía al círculo de confianza de Richelieu convirtiéndose en un colaborador cercano y discreto, llamado a retomar el relevo de la carrera malograda de su hermano difunto el obispo de Mende [9]. En cuanto a Philippe,

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en el oficio de las armas desde los dieciséis años, la guerra del Piamonte iba a encaminarle a un destino de excepción.

La reputación y el favor: del Piamonte a Cataluña

En 1640 el Piamonte se había convertido en uno de los frentes más importantes en la guerra que Luís XIII libraba contra Felipe IV desde hacía cinco años. Francia y España se disputaban la influencia en el Norte de Italia, tan cara a Felipe IV para conectar sus dominios italianos con los Países Bajos. Cristina de Francia (Madame Royale) duquesa viuda y regente de Saboya y madre del duque reinante, con la ayuda de su hermano el rey de Francia, luchaba por recuperar el poder que le era disputado por sus cuñados los príncipes de Saboya aliados de Felipe IV.
El destino quiso caprichosamente reunir en la campaña del Piamonte a los principales personajes que iban a quedar ligados a la vez a la trayectoria vital del futuro mariscal de La Mothe, y a la historia de Cataluña durante la época de dominación francesa.
Entre los generales franceses al mando encontramos al duque de Longueville, Enrique de Orleans, y al conde de Harcourt, Francisco de Lorena, bajo los cuales La Mothe actuaba como subalterno inmediato. El primero había conocido a La Mothe durante la guerra del Franco Condado: «et depuis il a este honoré de ce Prince d’une tres parfaite et particulière amitié» [10]. Una «parfaite amitié» que se pondría de relieve años después durante los hechos de la Fronda. [11]
El conde de Harcourt por su parte habría de suceder a La Mothe como virrey de Cataluña tras su caída en desgracia en 1644, constituyendo su mandato una reacción al gobierno «motista».
Al lado de los generales dos intendentes militares se sucedieron en el Piamonte, René Voyer d’Argenson y Michel Le Tellier. El primero sería el futuro superintendente de Cataluña entre 1640 y 1643. Le Tellier por su parte pasaría a suceder a Sublet de

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Noyers en el cargo de secretario de Estado de la guerra, convirtiéndose en el denostado archienemigo del mariscal de La Mothe.
El propio Mazarino, aún no revestido de le púrpura cardenalicia, se hallaba también en la escena piamontesa como agente diplomático de Francia ante Madame Royale. [12]
Incluso en el campo enemigo encontramos a otro personaje que habría de jugar un papel importante en Cataluña frente a La Mothe, el marqués de Leganés.
La campaña concluía favorablemente para Francia, y La Mothe se había destacado en los sitios de Casal y Turín, recibiendo los elogios de la propia Duquesa Regente. Así no es de extrañar que el joven general se convirtiera en uno de los favoritos para ser empleados Cataluña, otro escenario de capital interés para la política exterior francesa.
Desde los inicios de la ruptura con la Monarquía de Felipe IV, los catalanes habían tomado contacto con la corte francesa. Como es sabido las negociaciones franco-catalanas desembocarían en febrero de 1641 en la proclamación de Luis XIII como soberano de Cataluña.
La revuelta catalana ofrecía una suculenta oportunidad a Francia de golpear al enemigo en el corazón de su propio imperio. No obstante los resultados de las primeras actuaciones militares francesas en Cataluña a finales de 1640 no habían sido muy brillantes. La bochornosa retirada del general Espenan tras la capitulación de Tarragona ante el marqués de Los Vélez había desacreditado en un primer momento la alianza francesa a ojos de los catalanes. Bernard du Plessis-Besançon agente político de Francia en Barcelona había logrado salvar algo del honor de su Rey en la provincia rechazando con éxito a los españoles en Montjuich.
Richelieu decidió que un relevo del personal militar y político era la medida más adecuada para refundar los cimientos de la acción francesa en Cataluña. La Mothe fue designado general en jefe del ejército de Cataluña dos días después de que la noticia de la caída de Tarragona fuera conocida en París. Se le ascendió

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inmediatamente a la más alta graduación militar, la de Lieutenant général [13]. El ministro de la guerra Sublet deNoyers le escribía diciéndole que todo so obraba para darle los medios de: «acquérir, pour le moins, autant de gloire que vous avez fait l’année dernière en Italie». [14]
Sin menoscabo de una larga carrera militar, y de una brillante campaña italiana, las motivaciones familiares del nombramiento del nuevo general de Cataluña no eran un secreto para nadie. Los catalanes veían en el parentesco de La Mothe con el ministro de la guerra y con el propio Richelieu una garantía de los compromisos contraídos por Francia. El propio La Mothe se lo había hecho notar a los agentes de Cataluña en París tal y como relataba Llorenç Barutell en una carta a la Diputación del General: «dit Sr. de la Mota nos ha dit que particularment tenia orde del Sr de Noyers, qui es son oncle, que si veia, arribat en Catalunya, fos menester mayor socoro que li despachás un correu, que de promete se li enviaria». [15]
Sin embargo el principal agente francés en el Principado, Bernard du Plessis-Besançon [16], se mostró del todo disgustado con la designación de La Mothe. Disgusto que vino a adquirir mayores proporciones al saber que su sucesor en las funciones como representante político de la Corona era René Voyer d’Argenson.
Sublet de Noyers escribía desde París a du Plessis-Besançon: «Je m’assure que vous serez bien d’accord que l’on ne pouvoit choisir pour la guerre un personnage qui eût plus les qualités requises pour cet emploi que M. de la Motte, ni celles de la robe que M. d’Argenson, que l’on envoie par delà, suivant vos bons avis souvent réitérés, pour y régler toutes choses, et par l’établissement d’un bon ordre, faire goûter aux catalans les fruits et les douceurs de cette nouvelle domination…» [17]

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Du Plessis-Besançon nos da la réplica en sus memorias: «Toute la terre savoit que je n’en ai jamais reçu que du mal [de M. de Noyers] et monseigneur le cardinal a été souvent présent lui-même aux pièces qu’il me fasoit pour agrandir ses proches à mes depens et leur appliquer le fruit de mes services». [18] En otro pasaje de las mismas relata al detalle cual fue la situación a su llegada a la Corte y vuelve a insistir, con mayor contundencia, en su denuncia contra el nepotismo de Noyers a favor del conde de La Mothe:
«A mon arrivé [à la Cour], je fus autant bien reçu de Sa Majesté que je le pouvois désirer, et, pour ce qui est de M. le cardinal de Richelieu, j’ai appris de M. l’évêque de Rennes que son intention fut d’abord de me renvoyer content en Catalogne, et de me faire donner une gratification capable de m’y soutenir dans une plus haute charge. Mais ceux-là mêmes qui avoient fait nommer son frère, et par les mêmes raisons, en empêchèrent l’effet, jugeant que, pour lui faire acquérir la réputation et la fortune qu’ils désiroient, il ne falloit pas laisser en Catalogne un homme si accrédité que j’etois, et qui eût acquis tant d’estime que j’en avois auprès des Catalans. Ce qui justifie bien évidemment que le bonheur même est quelquefois préjudiciable aux malheureux quand ils en ont au-delà de ce qu’on désire, et que, par un certain effort de vertu, s’élevant au-dessous de leur sphère, ils font plus qu’on devait attendre d’eux». [19]
Lo que más nos interesa en el testimonio de Plessis-Besançon es que constituye la primera voz crítica elevada contra el trato de favor que habría de explicar, para algunos, la fulgurante carrera del futuro virrey de Cataluña.

La campaña de Tarragona, 1641

La campaña de 1641 fue consagrada por entero al sitio de Tarragona. El hecho que esta plaza fuera el primer objetivo de la guerra se debió a las recomendaciones hechas por el conde de La Mothe a la Corte. De otro modo la estrategia que inicialmente se había adoptado era la de dar prioridad a apoderarse de Perpiñán.

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Richelieu juzgó oportuna la recomendación de La Mothe y seguidamente se enviaron instrucciones a todos los generales que tomaban parte en aquella campaña sobre la rectificación en los planes de la misma.
La influencia del joven general fue acogida con cierto malestar por parte de los dos principales mandos militares: el príncipe de Condé, generalísimo de los ejércitos de Cataluña, Rosellón y Languedoc, y el arzobispo de Bordeaux, Escoubleau de Sourdis, almirante de la flota. Personajes de relieve en la Corte [20] y de edad avanzada, tanto Condé como Sourdis aceptaron mal la atención que se daba al que consideraban inexperto general, favorito del ministro de la guerra y en cierta medida de Richelieu.
A parte de este primer motivo de querella entre los altos mandos contra La Mothe, poco después la designación del primer virrey francés de Cataluña en la persona del mariscal de Brézé provocó un nuevo altercado entre el joven general y Argenson por un lado y el Príncipe de Condé por el otro. Condé que hasta el momento había disimulado mal sus celos hacia La Mothe, había favorecido el nombramiento de Brézé. Éste se había convertido en el consuegro del Príncipe por el matrimonio en febrero de aquel mismo año de Mlle de Brézé con el heredero de la Casa de Condé, el duque de Enghien. Por otro lado es de notar que el mariscal de Brézé era cuñado de Richelieu, y el matrimonio de su hija con Enghien implicaba una alianza entre Condé y el Cardenal.
En cualquier caso, la indignación de La Mothe y Argenson al conocer el nombramiento del mariscal de Brézé como virrey fue considerable, llegando a oídos de la Corte a través de una relación enviada por un oficial de Condé. Enviado expresamente por el Príncipe para transmitir la noticia de la designación del nuevo virrey, el mensajero relataba lo siguiente: «les dits Sgrs. [La Mothe y Argenson] luy avoient témoigné beaucoup de mécontentement de ce que Monsieur le Mareschal de Brézé debuoit aller en Catahalogne, et que si cela arrivoit quils demanderoient leur congé prevoyant bien qu’il ruineroit les affaires de pardela, et que le dit sieur D’Argenson luy avoit dit que s’estoit Monsieur le Prince qui estoit cause de la resolution qui avoit esté prise de l’y envoyer». Y añadía el informador que le habían

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manifestado estar «entièrement dans les interests de Monsieur de la Meilleraye, et de Mr. de Noyers et que s’estoit le meilleur party, que jamais personne ne s’estoit attaché a Monsieur le Prince qui en fust sorty satisfaict et qu’il n’en deboit pas attendre un meilleur traitement». Para terminar, haciendo alusión a la pésima reputación militar y a la avaricia del príncipe de Condé, se le había dicho: «qu’il seroit mieux de se mesler des finances que de ce qui estoit la dite armée». [21]
Esta querella nos permite conocer mejor las fronteras entre las dos principales facciones que cohabitaban bajo el patronazgo de Richelieu. Los Maillé-Brézé, familia por alianza del Cardenal habían entrado a formar parte en 1641 del «partido» de los Condé, mientras que la familia consanguínea de Richelieu -La Porte y La Mothe- formaba el núcleo de un segundo partido cuyo miembro dirigente era el ministro de la guerra. Esta segunda facción compartía dos rasgos esenciales, la pertenencia a la nobleza parlamentaria, y la adscripción a la corriente devota. [22]
El primer aspecto, que hemos evocado más arriba refiriéndonos a la tradición jurista de los La Porte, por ejemplo, constituía el principal elemento de oposición respecto al partido de Condé, marcadamente aristocrático. Brézé orgulloso de la nobleza multisecular de su casa y de su reciente alianza con los Borbones, despreciaba a los La Porte (familia que había sido asimilada al segundo orden hacía escasamente un siglo [23]), y se mostraba particularmente insolente con el ministro de la guerra. [24]
Respecto al carácter devoto del «partido de Noyers» aparece claramente en cuanto nos aproximamos a la biografía de cada uno de los personajes que lo integraban [25].

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Tanto Noyers como Argenson, el mariscal de la Meilleraye o el obispo de Rennes, Henri de La Mothe, formaron parte de la Compañía del Santo Sacramento. [26]
Estas rivalidades en el entorno cardenalicio iban a interferir en el desarrollo de la campaña catalana, añadiendo dificultades suplementarias a las ya existentes. El sitio de Tarragona se reveló como una empresa ardua. La Mothe puso todo su empeño en él, secundado enérgicamente por la Corte. Condé obedeció con abierta desgana las instrucciones que le llegaban. El almirante-arzobispo Escoubleau de Sourdis, manifestó una actitud mucho más rebelde. Sus réplicas al primer ministro sobre el sitio de Tarragona acabarían por costarle muy caro…
Sourdis era de la opinión que el primer objetivo de Francia en aquella provincia era la toma de Perpiñán, que significaba la apropiación del Rosellón. La desconfianza que esta iniciativa pudiera despertar en los catalanes quedaba reducida a un asunto de orden menor que el arzobispo expresaba con cierto desdén: «tout le titre que nous aurons de la Catalogne ne sera fondé que dans l’opinion des peuples, dont vous connaissez la fermeté» [27]. Sourdis sólo accedió a cumplir las instrucciones que le llegaban de la Corte después de considerar el tono amenazador que había adoptado Richelieu en sus últimas cartas.
El desenlace del sitio de Tarragona se produjo a finales de agosto de 1641. Tras meses de asedio por parte del ejército de La Mothe, la flota española se aproximó a la ciudad para socorrerla el 18 de agosto. Sourdis entabló una tímida batalla naval, tras la cual decidió abandonar el sitio y retirarse a Francia, para salvar la flota real según dijo. La ciudad fue socorrida por los españoles. El sitio de Tarragona había fracasado.
En París la noticia provocó la caída en desgracia fulminante del arzobispo-almirante, que fue exiliado a Carpentras sin permiso para volver a la Corte. Desde su destierro redactó varios memoriales justificativos en los que descargaba toda la responsabilidad del fracaso de Tarragona sobre el ministro de la guerra, Sublet de Noyers y su sobrino el conde de La Mothe.

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Sourdis afirmaba haber sido víctima de una conspiración urdida por Noyers, en la que su favorito e incompetente sobrino le había servido de instrumento. Con un tono condescendiente y desdeñoso el arzobispo se refería así a La Mothe: «le sieur de La Motte n’ayant ni l’âge ni l’expérience d’un bon général d’armée, on doit plutôt accuser de cette faute ceux qui l’ont envoyé général en Catalogne que lui ; mais il était parent du sieur de Noyers, homme d’une ambition extraordinaire, et en France, il suffit d’être le parent d’un favori pour avoir toutes sortes de charges, sans considérations de l’âge, de la capacité, ni de la qualité» [28]. La responsabilidad de Sourdis en el fracaso del sitio de Tarragona es sin embargo poco discutible. [29]

Las tres coronas del mariscal de La Mothe: de la victoria de Vilafranca a la promoción ducal de Cardona (marzo – diciembre de 1642)

Tras el fracaso de Tarragona, Richelieu y Luis XIII decidieron consagrar el mayor esfuerzo de la siguiente campaña a la ocupación del Rosellón. Para ello el mariscal de Brézé, designado como virrey desde septiembre de 1641 se trasladó a aquella región [30]. El mariscal de La Meilleraye fue encargado del sitio de Perpiñán, mientras que La Mothe y el marqués de Maillé-Brézé –hijo del Virrey- debían bloquear por tierra y mar respectivamente todo intento de socorro que los españoles pudieran intentar. El rey de Francia decidió trasladarse al Rosellón para supervisar en persona el sitio.
La Mothe había instalado sus cuarteles en Montblanc, esperando que el ejército enviado por Felipe IV para socorrer Perpiñán viniera por Aragón o por Tarragona. El 29 de marzo, tras topar con el ejército de Don Pedro Antonio de Aragón, marqués de Povar, La Mothe le dio batalla cerca de Vilafranca del Penedés. Las tropas españolas

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fueron diezmadas. Entre los numerosos prisioneros se contaban los principales oficiales, Povar a la cabeza. Al conocerse la noticia en Barcelona, la capital estalló en júbilo: «despachó el Sr. de la Mota un correo de sus guardias al Sr. Virrey con el aviso de este suceso: el correo llegó a Barcelona en ocasión que se havia salido a pasearse por la ciudad, y así como pasando por las calles publicava el soldado la vitoria. Al llegar a la carroza de S.Ex. ya fue con un concurso de gente que, aclamando a voces la vitoria, la supo por ellos primero que por la carta. Viba el Rey y viba Francia era el continuo grito por las calles» [31]. Las celebraciones se prolongaron durante más de una semana, cuidando las autoridades catalanas y francesas de optimizar al máximo el capital precioso que suponía aquella primera victoria para la moral del Principado. Se trataba en efecto de la primera victoria catalano-francesa, y del primer gran revés de las tropas españolas en Cataluña desde la revuelta de 1640.
Precediendo a la entrada en triunfo del general victorioso, los oficiales españoles hechos rehenes fueron paseados públicamente por Barcelona (sin olvidar los honores debidos a su rango). Entre los más preciados trofeos de guerra del señor de La Mothe se hallaba nada menos que uno de los hijos del duque de Cardona, el marqués de Povar, un Aragón y Folch de Cardona convertido en «despojo de franceses». [32]
La Mothe llegó a primeros de abril a la capital aclamado por el pueblo y los notables catalanes. Días después partió a Montserrat para dar gracias a la Virgen por la victoria: «pues a vista de su santuario la havia conseguido y tenia por fee viba deverla a su auxilio por avérselo rogado y pedido así anteriormente y que fuese su dichoso día a la vista de sus montes como lo logró». [33] La noticia había llegado rápidamente a la corte francesa, instalada en Narbona. El propio Luis XIII informaba de la victoria a su Parlamento de París a través de una carta repleta de elogios hacia La Mothe. Mandaba que se cantase el Te Deum en la catedral de París (el Monarca ausente la ceremonia fue presidida por el príncipe de Condé, sin mucho entusiasmo probablemente…). En la misma carta el Monarca hacía pública su decisión de premiar a La Mothe con el bastón de mariscal de Francia. [34]

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La Mothe se hallaba aún en el santuario de Montserrat cuando recibió la noticia de su promoción. Días después el virrey Brézé le hacía entrega en Barcelona del bastón de mariscal en una solemne ceremonia pública. La Mothe accedía así al más elevado oficio militar de la Corona, una dignidad sólo superada por la condición de Duque y Par. En adelante entre las distinciones que le reportaba su nueva condición estaba el tratamiento de «primo» por parte del Rey.
Los laureles de la victoria que coronaban al nuevo mariscal de Francia, no dejarían de florecer en los meses próximos. Pese al amargo episodio del sitio frustrado de Tortosa en mayo, el 10 de junio la ciudad de Monzón caía en manos de La Mothe. Los avances franceses en la frontera aragonesa prosiguieron durante el principio del verano hasta llegar al dominio de casi la totalidad de la Ribagorza.
Estos progresos junto con diferentes circunstancias iban a catapultar al mariscal de La Mothe al cargo de virrey de Cataluña. La entrada de Luis XIII en el Rosellón el 23 de abril había desposeído jurídicamente al mariscal de Brézé de su función de virrey, ya que según las leyes del país una vez presente el príncipe en el territorio todo el poder soberano delegado en el «alter nos» revertía irremediablemente a la real persona. El propio Brézé había pedido insistentemente su relevo a causa de su pésimo estado de

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salud [35]. Se planteaba pues la cuestión de designar un nuevo virrey, tras sólo dos meses de gobierno efectivo del primero de los virreyes franceses.
En una carta del 13 de mayo 1642, Richelieu mostraba su parecer sobre el asunto al ministro de la guerra: «le mareschal de Brézé est icy en un estat pitoyable. Il est pris depuis les pieds jusques à la teste. il est certainqu’il a un corps incapable d’employ. Je croy qu’il faudra, par nécessité,que le Roy, partant de ces pays, qu’il pense à un autre vice-roy, qui ne peut estre, à mon avis, que le mareschal de La Motte ; la raison et l’expérience ne permetant pas qu’on establisse, en une mesme province deux personnes de mesme qualité». [36]
Para comprender el nombramiento de La Mothe como virrey debemos antes dirigir nuestra mirada a los acontecimientos que en aquel momento agitaban la corte francesa.
La frágil salud de Luis XIII era el centro de atención de toda Europa. Sus médicos no le daban más de seis meses de vida. Su primer ministro se encontraba a su vez gravemente enfermo.
La relación entre la Majestad Cristianísima y Su Eminencia pasaba por uno de sus peores momentos. En el «duunvirato» Luís XIII-Richelieu, se había instalado una distribución de roles en la que el segundo detentaba realmente el poder, mientras que el Monarca se limitaba a sancionar de manera casi automática las decisiones de su ministro. Sin embargo los íntimos del Rey se habían acostumbrado escuchar las quejas regulares de éste contra la «tiranía» del Cardenal…Esta actitud había provocado en el pasado varias iniciativas políticas por parte de la oposición al gobierno cardenalicio, todas fracasadas en último término por la negativa del Rey a deshacerse de su ministro. [37]

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La situación se repitió en 1642, esta vez en forma de una gran conspiración dirigida por el marqués de Cinq-Mars, Grand Écuyer y favorito del Rey. Los objetivos de la conjura eran dos: eliminar a Richelieu y firmar una paz blanca con España. Cinq-Mars estaba convencido de su éxito por varias razones: en primer lugar el agotamiento y los escrúpulos de conciencia del Rey a causa de la guerra contra España, país católico, la implicación en la conjura de los grandes personajes del Estado (la participación activa de Gastón de Orleans y del duque de Bouillon entre otros y la aquiescencia tácita de la Reina), los acuerdos secretos firmados con la corte de España, y por último el hecho desde el inicio del viaje real al Rosellón el Rey y su ministro estaban separados, la debilidad física de éste habiéndole obligado a tomar una ruta diferente y a detenerse en Narbona.
Es conocido el desenlace trágico de la conjura de Cinq-Mars: el favorito y a su amigo de Thou furon ejecutados, mientras que el resto de implicados eran exiliados o como en el caso del hermano del Rey desposeídos de sus derechos políticos (a la regencia en concreto).
El aspecto más inquietante que quedó al descubierto tras el arresto de los conjurados fue la complicidad pasiva de Luis XIII, que en esta ocasión había llegado hasta el punto de escuchar, sin horrorizarse, las proposiciones homicidas de su favorito contra Richelieu, observando solamente que no podía sancionar el asesinato de un príncipe de la Iglesia sin ser excomulgado… [38]
La conspiración de Cinq-Mars puso en evidencia las contradicciones en las que reposaba el régimen cardenalicio. Un poder frágil, pues la posición de Richelieu reposaba en la sola voluntad de un príncipe (la esencia y la tragedia del sistema de valimiento barroco), en el caso de Luís XIII, se trataba un príncipe sombrío y de personalidad compleja. Por otro lado el fracaso del complot revelaría hasta que punto era estrecho el control que Richelieu ejercía personalmente no sólo sobre la voluntad del Rey, que tras el episodio le había confirmado en su puesto, sino también sobre el Estado. Richelieu contaba con la alianza de la Casa de Condé y con la lealtad de los secretarios de Estado, de los gobernadores de provincias y de las principales plazas fuertes y de los grandes generales, puesto que casi todos eran su hechura.

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El caso de Cataluña era un buen ejemplo de ello, todos los altos mandos militares y políticos eran parientes del Cardenal: el mariscal de Brézé virrey de Cataluña en 1641 era su cuñado, el hijo de este, el marqués de Maillé-Brézé –uno de los herederos de Richelieu- había sucedido al díscolo arzobispo de Bordeaux como almirante de la flota de levante; el mariscal de la Meilleraye, encargado del sitio de Perpiñán era su primo, igual que La Mothe general en jefe del ejército de Cataluña.
De hecho una de las hipótesis más plausibles es que el Cardenal descubriera la conjura a través de Cataluña, e incluso que la prueba definitiva que permitió desbaratarla en el mes de junio, el tratado firmado entre los conjurados y el conde-duque de Olivares, fuera interceptada en el Principado: «On dit qu’un courier, qui ne l’avoit point trouvé à Narbonne, arriva avec un paquet du maréchal de Brézé, vice-roi de Catalogne, qui en quatre lignes, lui mandoit qu’une barque ayant échoué à la côte, on y avoit trouvé le Traité de M. le Grand, ou plutôt le Traité de M. d’Orléans avec l’Espagne, et qu’il le lui envoyoit».
La presencia del agente secreto portador del tratado, M. de Fontrailles, que volvía de Madrid, fue en efecto notada por las autoridades francesas en Cataluña a principios de abril [39]. Por aquellas fechas La Mothe se hallaba en Montblanc a la espera del ejército del marqués de Povar. Enterado de lo que se tramaba contra su pariente y protector el general de Cataluña se habría propuesto a ir en su socorro hasta Narbona: «Le maréchal de La Motte, sous prétexte d’empêcher le secours de Perpignan, car exprès il faisoit courir le bruit que les ennemis avoient ce dessein-là, s’avança à trente lieues de la ville. Le maréchal manda au cardinal qu’il s’étoit avancé pour le servir, et qu’il lui donnoit sa parole de le dégager quand il voudroit, et de le venir enlever à la porte du logis du Roi ; qu’il avoit mille hommes dont il lui répondoit comme de lui-même. Le cardinal dit qu’il admiroit l’adresse qu’avoit eue le maréchal, et lui manda qu’il n’avançât pas davantage. M. le Grand, qui avoit plus d’esprit que de cervelle, se douta du destin du maréchal et en avertit le Roi». [40]

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Su Eminencia no olvidaría aquel gesto de su sobrino. Durante el mes de mayo como hemos visto, le proponía como virrey para ocupar el cargo dejado vacante por Brézé. En aquellos días Richelieu se hallaba sumido en un profundo estado de angustia, consciente de lo que se tramaba contra él y con la incerteza de cual era el papel del Rey en todo aquello, sin ninguna prueba física que le permitiera denunciar la conjura por el momento. El 23 de mayo redactaba su testamento. Alrededor del 10 de junio llegaba a sus manos la copia del tratado de los conspiradores con España. Dos días después los secretarios de Estado de la guerra y de los asuntos exteriores, Noyers y Chavigny ponían la copia del tratado de Madrid ante los ojos del Rey y le forzaban prácticamente a ordenar el arresto de Cinq-Mars, dado que estaba probado que había tratado con el enemigo. El 28 Richelieu y Luis XIII se reencontraban en Tarascón por primera vez después de cinco meses, para entrevistarse. El primer ministro no sólo era confirmado como tal sino que se le concedían plenos poderes mientras el Rey volvía a París.
Las letras patentes de virrey y capitán general de Cataluña en favor de La Mothe habían sido firmadas el 25 de junio. Así pues el nombramiento (decidido entre mayo y junio) se inscribía en el desenlace de la conspiración de Cinq-Mars y la última crisis de confianza entre Luis XIII y Richelieu, de la que el Señor Cardenal salía poderosamente triunfante.
La Mothe había mostrado su lealtad hacia el primer ministro, en un momento en el que su poder parecía tambalearse y su estado de salud hacía presagiar una muerte bien próxima [41]. Teniendo en cuenta que el artículo esencial del tratado secreto de Madrid era la restitución mutua de los territorios ocupados desde el inicio de la guerra, entre los cuales evidentemente Cataluña, La Mothe, en plena sintonía con el ministro de la guerra y avalado por sus victorias militares, constituía un valor seguro. Todo lo cual valía bien la «corona» de virrey. La Mothe era un virrey del Cardenal.
Los acontecimientos militares seguían su curso. Perpiñán terminó por rendirse a los franceses el 10 de septiembre de 1642. Como respuesta Felipe IV ordenó sitiar Lérida. A principios de octubre el ejército de Aragón bajo el mando del marqués de

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Leganés cruzaba la frontera para unirse a las tropas que sitiaban la ciudad. El 7 de octubre el ejército del mariscal-virrey de La Mothe con sus 12.000 franceses y 1.000 catalanes libraba batalla contra los dos ejércitos españoles, que sumaban 20.000 hombres: «duró el combate mientras duró la luz del día para la pelea, ya la noche el enemigo se retiró muy silencioso, dejándonos señores del campo de batalla y de sus muertos» [42]. Los españoles perdieron 5.000 hombres, mientras que toda su fuerza en el Principado quedaba reducida a las ciudades de Tarragona, Tortosa y Rosas.
En la corte española, instalada en Zaragoza, la noticia cayó como un rayo. Felipe IV se retiró durante varios días en sus aposentos, preso de una profunda melancolía. La derrota de Lérida suponía un duro golpe para el Rey Católico tras haberse frustrado las esperanzas puestas en el éxito de la conjura de Cinq-Mars. Cataluña estaba prácticamente perdida. Matías de Novoa, refiriéndose a Lérida, escribía: «perdióse la honra de la Nación y la reputación de España». [43] Lérida habría de contribuir a la caída en desgracia del conde-duque de Olivares. [44]
La Mothe aparecía de nuevo como el héroe de la Cataluña borbónica. Desde un punto de vista militar el valor de las dos grandes victorias de La Mothe era evidente: si el rechazo de los españoles en Vilafranca había hecho posible la toma de Perpiñán, la victoria de Lérida coronaba los esfuerzos bélicos de la campaña de 1642 y asentaba la presencia francesa dentro del Principado. Más importante aún, desde un punto de vista político la victoria de Lérida suponía el triunfo de la gran estrategia de Richelieu.
Aún traumatizado por el espectro de la conjura de Cinq-Mars, y vencido por la enfermedad, el Cardenal recogía los primeros frutos de la apuesta arriesgada que había sido la empresa de Cataluña. Lérida fue el Rocroi de Richelieu en un momento en el que sólo había un paso entre el éxito y el fracaso total.

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El Cardenal quiso aún dar una recompensa, casi póstuma, a aquel pariente que con su buena fortuna había contribuido a salvaguardar su legado político en el lecho de muerte. En adelante una corona ducal timbraría las armas del mariscal de La Mothe, la de Cardona. Richelieu le anunciaba así la notícia: «La nouvelle que nous avons receue de la delivrance de Lérida, par le gain de la Bataille que vous avez emporté contre le Marquis de Leganez, me redonne des nouvelles forces et ma santé ; en m’ostant les inquietudes où j’estois de cette Place et de l’Armée que vous commandez. Il n’est pas mal aysé de vous rendre de bons offices envers Sa Majesté, puis que vous nous en donnez tous les jours matiere par vos prosperitez. Aussi puis-je bien vous asseurer, qu’il n’ya point de Gentilhomme en France en meilleure estime auprès d’Elle [de Sa Majesté], et pour le bien duquel Sa Majesté se trouve si tost disposée. Pour nouvelles marques de sa Justice et Bonté envers vous Elle vous a donné la qualité de Duc et le Duché de Cardonne, dont vous tirerez des grands advantages pour supporter les despenses que vous ferez d’orenavant». [45]
Por otra del mismo día, Sublet de Noyers informaba a La Mothe que había puesto entre las manos de su hermano el obispo de Rennes las letras patentes del ducado, y añadía: «Ayant Sa Majesté dit a son Eminente, que jamais il n’avoit eslevé personne aux dignitéz de Mareschal de France et de Duc de meilleur Cœur». [46]
La investidura de La Mothe como duque de Cardona marcaba un hito en su trayectoria vital y constituía al mismo tiempo una iniciativa política de un gran valor simbólico. Un gran señor francés revestiría en adelante la primera dignidad nobiliaria de Cataluña, substituyendo a un linaje, el de Cardona, cuya identificación con la provincia remontaba a tiempos inmemoriales. Según la opinión favorable a La Mothe el nombramiento: «obligea extremement les Catalans de voir qu’un gentilhomme François qui avoit tant contribué à leur liberté estoit devenu leur citoyen et leur compatriote». [47]
La doble dimensión de La Mothe, señor catalán y virrey francés, es reveladora de la política de Richelieu en Cataluña. Aquella promoción como hemos visto era en primer lugar un premio a los logros militares, así mismo un gaje del nepotismo cardenalicio.

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No obstante existían otras razones de orden práctico. En aras de convertir a La Mothe en el hombre fuerte de Francia en el Principado, el ducado de Cardona no sólo le concedía una preeminencia social natural en tanto que primado de la nobleza catalana, sino que ponía en sus manos un capital económico y territorial inigualable con el que respaldar su acción militar y política. La Corona se descargaba así de un peso considerable en la financiación de la empresa de Cataluña. Las rentas del ducado y particularmente la sal de las minas de Cardona deberían ser una de las principales fuentes de sustento tanto de los ejércitos como de la administración francesa.
La campaña llegada a su fin, a finales de noviembre de 1642 el mariscal-duque de Cardona informaba al Consejo de Ciento de su intención de trasladarse a la capital para tomar posesión de su cargo de virrey [48]. El 4 de diciembre tenía lugar la fastuosa entrada del nuevo virrey en Barcelona, que el cronista Miquel Parets relataba así: «Entró [S. Exª] al lado del Conseller en Cap sobre un hermoso cavallo, vestido bordado de oro y plata sobre campo pardo, el sombrero en mano y con rostro afable agasajando a todos; hízole salba la artillería y aclamóle el pueblo en repetidos vítores con tal alborozo y aplauso que parecía Barcelona otra Jerusalén en la entrada del Salvador, pero no se debe admirar quando le devía tanto Cataluña. Llegó al Aseo; prestó su juramento, y procediendo por las calles de la Horia, Moncada, Cambios y Ancha, llegó al llano de San Francisco, en donde tenía su casa en las que eran del de Santa Coloma; aquí havía un tercio formado que repitió salbas, y la artillería de la marina; en el Torn sucedió otro tanto con otro, y de continuo el séquito y concurso de la gente, que era cosa de pasmo y que ni se vió ni se verá en entrada ni aun de Rey». [49]
El colorido relato de Parets refleja bien el que sin duda puede calificarse como el momento de mayor gloria del mariscal de La Mothe. Mariscal de Francia, duque de Cardona y virrey de Cataluña, vencedor de los ejércitos de España, Philippe de La Mothe había alcanzado el cenit de su carrera y era aclamado por la capital catalana. Sus victorias habían sido las primeras de la provincia insurrecta contra Felipe IV. Los ejércitos del Rey Católico habían perdido de facto el control de Cataluña durante la

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campaña de 1642. El héroe llegado de Francia, además, había confiado todas sus batallas a la Virgen de Montserrat, sin que ello pasara desapercibido. La batalla de Villafranca se había hecho a la vista del santuario.
Ningún otro virrey francés volvería a hacer una entrada triunfal como aquella, la situación militar era, como no lo volvería a ser nunca después, inequívocamente favorable a Francia, y la cohabitación entre el poder francés y la Cataluña francófila aún no había comenzado a erosionarse. No obstante, aquella solemnidad no fue quizás, más que el espejismo eufórico de una campaña espectacular. Caprichos del destino, el mismo día que el nuevo virrey era aclamado en Barcelona, moría en París el cardenal de Richelieu. La desaparición del primer ministro constituía el arranque de un cambio de régimen consumado tan sólo cinco meses después con la muerte del propio Luis XIII. ¿El ocaso del nuevo virrey se iniciaba el mismo día en que tomaba posesión de su cargo?

Mazarino al poder: de la caída de Sublet de Noyers al Golpe de Majestad de la Regencia (diciembre de 1642-septiembre de 1643)

Tras su juramento como virrey, el primer acto público que presidió el mariscal de La Mothe fueron los funerales por su tío el cardenal de Richelieu, celebrados con gran solemnidad en la Catedral de Barcelona. Quizás en medio del fulgor de las 150 hachas que ardían alrededor del túmulo erigido al gran cardenal: «el más celebre sujeto que ha conocido el orve, mayor ministro que ha tenido Monarca y el político más famoso que reconoce el mundo», [50] el Virrey se interrogara sobre cual sería la repercusión en su carrera de aquella gran pérdida.
Desde la Corte se le aseguraba, a través de una carta real fechada el mismo día de la muerte de Richelieu, que su desaparición no debía en nada alterar el panorama político: «Je suis resolu de conserver et entretenir tous les establissements que j’ay ordonnez durant son ministère [el ministerio del Cardenal, por su puesto], et de suivre les projectz que j’ay arrestez avec luy pour les affaires du dedans, et du dehors de mon royaume en sorte qu’il n’y aura aucun changement, Je veux donc et vous

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ordonne que vous employez l’autorité de vostre charge, avec un soin et une vigilane extraordinaire pour empescher que sur cet accident n’arrive aucune alteration». Al margen de la misma se habían añadido estas lineas: «en conservant dans mes conseils les mesmes personnes qui m’y ont servy si dignement durant le ministére de mon dit cousin, j’ay résolu d’y appeler mon cousin le cardinal de Mazarini». [51]
Aquel apunte, al que no sabemos la importancia que el virrey de Cataluña había podido dar, constituía de hecho la información más destacada de la carta. Es muy probable que La Mothe estuviera al corriente de la rivalidad que existía entre su pariente y protector Sublet de Noyers y Mazarino desde que este último entró a formar parte del círculo de confianza de Richelieu. La promoción al cardenalato del italiano fue ocasión de la primera lucha entre ambos. Noyers en efecto había maniobrado en la sombra para impedir que Mazarino obtuviera el capelo, una dignidad de un peso nada desdeñable en la balanza de la sucesión de Richelieu, a la cual él mismo aspiraba [52]. El viejo cardenal había al fin, para decepción de Noyers, señalado a Mazarino como su sucesor en la dirección del gobierno. Sin embargo la nueva situación política abría nuevas perspectivas, todo estaba por jugar en el ánimo de Luis XIII.
De hecho el favor creciente de Sublet de Noyers ante el Rey empezó a inquietar a sus colegas del consejo. Luis XIII se entretenía con él en privado después de despedirse del resto de sus ministros. El Rey había encontrado en aquel hombre una sensibilidad espiritual en acorde con sus inquietudes místicas. Eso es todo. Sin embargo, el secretario de Estado de la guerra se vio primer ministro, y sus colegas-adversarios consideraron necesario tomar las medidas oportunas para impedir que así fuera. Su caída en desgracia fulminante no tardó en llegar, 4 meses después de la muerte de Richelieu. La desaparición de Sublet de Noyers del consejo constituía de hecho el primer acto de la transición política operada entre la muerte del viejo Cardenal y la llegada al poder de Mazarino.

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Los memorialistas coetáneos nos dan diferentes versiones, no por ello opuestas, que explican la caída de Sublet de Noyers. La más sugerente es la que nos ofrece el duque de La Rochefoucauld: «M. de Noyers avoit pensé la premier à se garantir ; et il avoit donné des espérances à la Reine de disposer le Roi, par le moyen de son confesseur, à l’etablir régente. […] Mazarin et M. de Chavigny, qui avoient pris d’autres mesures pour plaire le Roi, et dans la vue qu’il pourroit guérir, lui avoient proposé de donner une déclaration qui établit un conseil nécessaire à la Reine pour borner l’autorité de sa régence [finalemente la declaración tomada por Luis XIII] portotit que la Reine ne pourroit rien résoudre sans leurs avis.
Cependant le cardinal Mazarin et M. de Chavigny cachoient soigneusement ce projet à la Reine ; mais l’ayant communiqué à M. des Noyers, il s’y opposa, et leur fit trop connoître qu’il ne pouvoit jamais y consentir. Cette sincérité causa sa perte bientôt après: ils ne douterent point qu’il ne voulût s’établir à leurs dépens auprès de la Reine, et qu’il ne lui rendit compte de ce qu’ils avoient proposé. Ils résolurent de l’éloigner des affaires, de peur qu’il ne se mît en état de les en éloigner eux-mêmes quand la Reine séroit régente. M. des Noyers apprit à la Reine, comme ils l’avoient prévu, le dessein de la déclaration, et ce qui se fasoit contre son service. Elle en fût vivement touchée. […] M. des Noyers qui croyoit les avoir ruinés auprès de la Reine, se trouva ruiné lui-même auprès du Roi.
Ces deux ministres
[Mazarino y Chavigny] lui persuadèrent que M. des Noyers, agissoit en toutes choses de concert avec lui, et appuyoit les intérêts de la Reine. Ces apparences firent toute l’impression qu’ils désiroient sur l’esprit du Roi […] le confesseur fût chassé [el padre Sirmond, SJ] ; et M. des Noyers, qui vit le changement du Roi demanda se retirer». [53]
El conde de La Châtre añade un interesante apunte: «on a imputé généralement sa retraite au déplaisir qu’il eut de ne pouvoir gagner auprès du Sa Majesté le crédit qu’il s’étoit figuré, et d’y voir (à ce qu’on croit) prévaloir le cardinal. On a jugé que ce fut sur cela qu’il lui demanda si instamment son congé, dans une contestation qu’il eut pour les intérêts du maréchal de La Mothe et pour les dépenses de l’armée d’Italie» y concluye: «ce qui parut être le premier mouvement d’un esprit fort prompt [se refiere el

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memorialista a la agria disputa de Noyers con el Rey] fut le trait d’un courtisan prévoyant et rafiné, et que M. des Noyers voyant que la déclaration qu’il avoit retardée jusqu’à ce temps-là alloit éclater dans peu de jours […] et qu’il étoit compris dans le nombre de ceux qu’on mettoit dans le conseil de la régence, il voulut s’en ôter absolument, persuadé que se retirant chez lui dans un temps où le Roi ne pouvoit plus guère durer, la Reine ne perdroit point le souvenir de ses services, et qu’etant justement aigrie contre les autres… elle les eloigneroit si tôt qu’elle seroit en pouvoir, pour se servir principalement de lui comme du plus instruit dans toutes les affaires». [54]
La Châtre no es el único en relacionar la caída del ministro con su pasión desmesurada en lo tocante a los intereses de su pariente el mariscal de La Mothe. Otro testimonio precioso en el mismo sentido es el del Dr. Sevilla, agente personal del gobernador Margarit en la corte francesa, testigo y actor de los vaivenes políticos que tenían lugar en París y Barcelona. [55]
Según Sevilla la desgracia de Sublet de Noyers habría sido propiciada por una coalición de facciones adversas al ministro: en primer lugar la oficialidad del ejército organizada en torno al marqués de Houcquincourt, acusaba a Noyers de haber desviado fondos destinados a las tropas para su provecho personal y el de sus parientes. Reprochaban al ministro los honores con los que impúdicamente había colmado a su pariente La Mothe [56]. También, continúa Sevilla, el «partido» protestante de la Corte. En tercer lugar el clan del duque de Orleans, que acusaba al ministro de no haber mostrado durante el ministerio de Richelieu los respetos debidos al hermano del Rey. [57]

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En cualquier caso la opinión era unánime a la hora de acordar que la alianza entre sus colegas de gabinete, Chavigny y Mazarino, había sido el movimiento motor de la pérdida de Noyers ante Luis XIII. El Monarca despidió los catorce años de servicio de su ministro con un: «des ministre comme lui j’en aurait cent pour un!». [58]
Sublet de Noyers se convierte así en la primera víctima política del acceso al poder de Mazarino. No obstante, la victoria del italiano podía solamente ser parcial ante la perspectiva del cambio de reinado. Sublet de Noyers, retirado de la Corte en su casa de Dangu, abandonado a la devoción, se resistía a vender su cargo de secretario de Estado al sucesor que Mazarino le había designado, Michel Le Tellier. Noyers sabía bien que la muerte del Rey era cuestión de días.
Las rivalidades en el Consejo no eran más que un reflejo de la efervescencia en que se hallaba sumida la Corte tras la muerte de Richelieu. El panorama cortesano se había transformado rápidamente en poco tiempo. La desaparición del Cardenal no dejaba vacante solamente el primer ministerio sino también la jefatura de un potente complejo de clanes clientelares, que ahora se precipitaban a buscar un nuevo patrón. El príncipe de Condé y el duque de Orleans encarnaban en aquel momento dos alternativas de cambio inscrito en la continuidad gubernamental, siendo favorables a la permanencia del cardenal Mazarino al frente de los asuntos. [59]
Gastón de Orleans, que había sido el jefe natural de la oposición política en vida de su hermano, se hallaba desacreditado tanto por sus evidentes carencias de liderazgo como por el nacimiento de los dos hijos de Luis XIII que lo alejaban del Trono.

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El príncipe de Condé reunía escasas cualidades personales, pero sus carencias las suplía con creces con su inmensa fortuna, y con la brillante personalidad de su heredero Enghien, a quien la victoria de Rocroi (19 de mayo de 1643), convertiría en héroe nacional. Los Condé por su lealtad política a Richelieu durante sus años de ministerio, y por su alianza con los Maille-Brézé aparecían como los herederos naturales del patronazgo cardenalicio.
Por otro lado, frente al los Condé, se había formado un nuevo partido en torno a la Casa de Vendôme, restablecida en la Corte tras largos años de exilio. Cesar de Vendôme (hijo bastardo de Enrique IV) y su familia parecían llamados a jugar un gran papel la vigilia de la muerte de Luis XIII por la simpatía que les manifestaba la futura Regente [60]. Los Vendôme integraban bajo su patronazgo tanto a los viejos enemigos de Richelieu, que se veían representados en los años de exilio del duque Cesar, como a la juventud libertina del entorno del duque de Beaufort, ansiosa de tomar el poder. A través de la duquesa de Vendôme una serie de eminentes personalidades del mundo devoto venía a completar este grupo heterogéneo (los obispos de Beauvais y Lisieux y el padre Vicente de Paúl), dejando así la puerta abierta a algunos «huérfanos» del clan Richelieu, rechazados, enemistados o simplemente alejados de los Condé y de Mazarino.
El 14 de mayo de 1643 Luis XIII llegaba al término de su agonía. Ana de Austria se convertía en reina regente y tomaba el poder invalidando el testamento de su difunto marido con el acuerdo del Parlamento de París y los príncipes. Cinco días después para sorpresa y decepción de «su cábala», como había definido Mme de Motteville a los Vendôme, la Reina confirmaba al cardenal Mazarino en el cargo de primer ministro. En adelante el derrocamiento del italiano se convertiría en el objetivo común

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del clan Vendôme y sus aliados, a quienes la voz popular había bautizado con sorna como «les Importants».
Una de las figuras de relieve de aquella facción cortesana, Agustin de Potier obispo de Beauvais y Gran Limosnero de la Reina, adoptó el perfil de primer ministro «in pectore». En sus memorias el cardenal de Retz calificaba al obispo de Beauvais como: «plus idiot que tous les idiots de votre conaissance», y de «bête mitrée» [61]. El duque de Vendôme, que no se mostraba más optimista que Retz respecto a las luces de aquel santo varón, no dejaba por ello de calibrar su ascendencia sobre la Reina.
Pensó que si era poco sensato hacer de él un primer ministro, se podría servir de él para colocar al frente en el gobierno a un hombre que beneficiara a su familia. Vendôme sugirió al obispo el nombre del sustituto ideal de Mazarino, Sublet de Noyers. En efecto, Noyers reunía todas las calidades: experimentado en asuntos de Estado, con un perfil más bien gris, con gran prestigio entre los devotos, distanciado de los Condé [62], enemigo personal de Mazarino y no lo olvidemos caído en desgracia por su adhesión a los intereses de la Reina.
Mazarino, que había propiciado la caída en desgracia de Noyers por miedo a que Luis XIII le confiara la dirección del gobierno, volvió a percibir en él una amenaza. En sus cuadernos personales el primer ministro anotaba: «Bove [sic] procura il ritorno di M. di Noyers, et tutti gli Importanti» [63]. El antiguo ministro de la guerra no capitulaba ante las presiones que se ejercían sobre él para que vendiera su cargo de secretario de Estado, alentando así las esperanzas de la oposición al gobierno: «M. di Noyers dimanda di venire a servire nella carica… Il primo presidente ne parla» [64]. La habilidad de Mazarino y su círculo para estimular los recelos de Beauvais lograron hacer caer

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en saco roto la candidatura de Noyers, tal y como resume Montglat: «La Reine hésitait, la vérité étoit qu’elle n’avoit aucune expérience quand tout le faix des affaires lui tomba sur les bras et qu’elle s’en voulut décharger sur l’évêque de Beauvais, qui n’étoit pas capable. Et comme elle avoit de l’esprit et le reconnût bientôt […] elle se trouvoit contrainte à demander l’avis au cardinal Mazarin […] et ainsi la créance du cardinal augmenta insensiblement près d’elle, et celle de l’évêque diminua. Le Duc de Vendôme qui s’aperçut de cela et qui connut le défaut d’un homme versé dans les affaires de l’État les perdrai tous, conseilla l’évêque de Beauvais de faire revenir des Noyers, secrétaire d’État mais d’Emery qui était ami du cardinal et fignoit de l’être de l’évêque, lui mit dans la tête que des Noyers se voulait faire d’Eglise et que gagnant l’esprit de la Reine, il voudroit être cardinal à son préjudice, et recueilleroit sa promotion. il lui mit tellement cette jalousie en tête, qu’il le fit tomber lui-même dans le précipice» [65]. En efecto siendo conocida la pertenencia de Noyers a la Compañía de Jesús, Beauvais temió ver obstaculizada su aspiración al capelo cardenalicio.
La tensión que generaba aquella lucha larvada por el poder empezaba a exasperar a Ana de Austria. Mazarino se determinó entonces a dar un vuelco a la situación. El 2 de septiembre de 1643 fundándose en los rumores cuidadosamente exagerados sobre un complot para asesinar al primer ministro, la Regencia daba su primer golpe de Majestad ordenando el arresto del duque de Beaufort y el exilio de su padre el duque de Vendôme junto con el resto de los Importantes. Ana de Austria cedió también, no sin ciertos escrúpulos, a sacrificar a los obispos del «partido de los santos», Beauvais a la cabeza. Se les invitaba a volver a sus diócesis y poder así dedicarse exclusivamente a su labor pastoral.
Desde la distancia de su retiro de Dangu, Sublet de Noyers se creyó al abrigo de la represión gubernamental. Si bien se había prestado a ser el candidato de los Vendôme, se había mantenido prudentemente a la espera sin comprometerse en exceso. Para su sorpresa a finales de septiembre fue llamado a la Corte por la Reina. Su presencia reanimó las esperanzas de sus partidarios. Mazarino se dirigía a él con palabras zalameras y promesas de amistad [66]. ¿Habría finalmente sucumbido la Reina

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a las presiones de su amiga la Priora de los Carmelitas de Pontoise, que solicitaba con insistencia el retorno de Noyers? [67]
Lejos de ver reabrirse ante él las puertas del consejo, Noyers era requerido para renunciar definitivamente a su cargo. Cediendo a las presiones, y desengañado definitivamente de cualquier esperanza el ex ministro aceptaba a vender su cargo en noviembre de 1643. [68]
El cardenal «Mazzarini», aquel primer ministro de silueta tenue de un rey moribundo, se había convertido en «Monsieur le Cardinal», el hombre del nuevo régimen. Los hechos de septiembre de 1643 habían revelado que aquel diplomático de finas maneras sabía golpear con fuerza. La renuncia final de Noyers a su cargo un mes después consumaba la hegemonía del clan mazarino en la cúpula del Estado.

El nuevo régimen y el Virrey (mayo 1643-septiembre 1644)

¿Cuáles eran los efectos de este proceso en el virreinato de Cataluña? Inicialmente el cambio de reinado se produjo en Cataluña sin alteración. Desde la Corte se confirmó a La Mothe como virrey el mismo día de la muerte de Luis XIII, enviándose todos los poderes necesarios para proceder al complejo proceso que llevaba consigo la sucesión [69]. Oficialmente La Mothe se convertía en virrey por segunda vez, puesto que debía volver a jurar su cargo. [70]

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En las cartas de la Corte al Virrey de los primeros días del nuevo reinado aparece de manera reiterada la preocupación por el orden en la provincia. Así en la primera carta real de Luis XIV dirigida a La Mothe leemos: «J’ay bien voulu vous reccomander de recchaufer les affectiones d’un chaqun en cette ocurrente, de sorte que ny la doleur que vous et eux en pourrez recevoir [a causa de la muerte de Luis XIII] ny l’estonement que ce coup pourroit causer, n’apportent aucune alteration a mon service ny refroidissemment dans les esprits». [71]
La muerte de Luis XIII había coincidido con el inicio de la campaña militar de 1643. El primer asunto revestido de tensión en las relaciones entre la Corte y el Virrey fue el problema de los fondos. El financiero Montauron debía adelantarlos a La Mothe en nombre de la Corona. Las letras de cambio a favor del Virrey fueron expedidas pero mediados de mayo éste negó haber recibido el dinero. Montauron aseguraba lo contrario. Desde la Corte se indicaba a La Mothe que se procediera a dilucidar la verdad del asunto: «pour sçavoir au vray quelles sommes ont été payées au commis du Tresorier de l’extraordinaire de la guerre, qui est par delà, et retirez certifficat signé de sa main». [72]
Por la correspondencia de Mazarino sabemos que a finales de junio de aquel año se responsabilizaba enteramente a Montauron de no haber satisfecho sus promesas. Por aquellas fechas aún no se había logrado reunir la totalidad de la suma en París para enviarla a Cataluña [73]. Así pues La Mothe se vio obligado a iniciar la campaña de 1643 al frente de su poderoso ejército de 20.000 hombres con la incertidumbre de si el dinero llegaría a tiempo para sostener sus planes militares (23 de junio de 1643). Según la versión que posteriormente daría el entorno del Mariscal los escasos resultados con que se saldó la campaña de 1643 en la Ribagorza se debían enteramente a la falta de fondos: «après que le Cardinal eut fait divertir les fonds que M. de Noyers avoit destinez par l’ordre du feu Roy, il fit semblant de tesmoigner en public de la chaleur à vouloir que l’armée de Catalogne ne manquait de rien: a cet

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effect il fit bailler pour toutes les sommes qui luy estoient necessaires, des assignations et des lettres d’eschange pour Montauron. Mais, o fourberie sans exemple ! Il se trouva que les assignations avoient desja esté dones à d’autres, et que toutes les lettres d’eschange furent protestées: Ce qui empescha l’armée de se pouvoir mettre en estat d’agir». [74]
Un mes después de iniciada, la segunda expedición de La Mothe en la Ribagorza se daba por terminada a causa de la falta de víveres y de la necesidad de bloquear el avance de las tropas españolas de Tarragona [75]. La vuelta de La Mothe a Barcelona truncaba el proyecto de invasión del reino de Navarra por Aragón, que debía llevarse a cabo con el apoyo de las tropas del virrey de la Navarra francesa el mariscal de Gramont.
Años después, durante el proceso del mariscal de La Mothe, su entorno haría publicar los cinco factums o Deffenses de Messire Philippes de La Mothe-Houdancourt. Las acusaciones que se hacen contra Mazarino en los factums en relación a este asunto son desmesuradas. Si bien es cierto que hubo problemas en el envío de los fondos de Montauron, como el propio Mazarino reconocía en sus cartas, consideramos muy aventurado responsabilizar al primer ministro de actuar con negligencia voluntaria en los asuntos de Cataluña. De hecho en la correspondencia del Cardenal con los generales de los diversos frentes abiertos por Francia durante este período aparecen de manera recurrente frases como: «Je vous conjure cependant d’user de tout le bon mesnage qu’il vous sera posible en l’employ de l’argent du Roy, d’autant qu’il est fort court icy et que les despenses qu’on a à faire sont infinies» o bien: «vous n’oublierez rien pour le bien menasger [l’argent] en cette conjonture principellement où le besoin que nous en avons en tant d’endroits nous le rend fort court». [76]
Con el resentimiento de haber visto desvanecerse la gloria que prometía la empresa aragonesa por problemas financieros, otro asunto había venido a enturbiar las relaciones del Virrey con el nuevo gobierno. Se trataba en este caso del asunto que

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más sensiblemente tocaba a sus intereses personales, el rescate del marqués de Povar. El marqués, capturado en la batalla de Vilafranca, era prisionero personal de La Mothe por gracia real. El rescate por un rehén de tal calidad -Pedro Antonio de Aragón era miembro de la Casa de Cardona, grande de España, gentilhombre de cámara del Rey y capitán de su Guardia Alemana- podía elevarse a una suma más que considerable.
Sin embargo La Mothe veía como desde la Corte se contrariaban sus expectativas. Por una carta real del 30 de junio de 1643 se le instaba a reducir sus exigencias en aquel asunto: «les ennemis me faisant plainte de ce que la rançon du marquis de Povar n’est pas encores adjusté avec vous parce que vous ne la reduisez pas aux termes qu’ils estiment raisonables. Je desire que vous voyez a terminer cette affaire en sorte qu’ils ne puissent avoir fondement de faire aucune plainte» [77]. Una semana después por otra de Mazarino a La Mothe conocemos en que quedó aquel negocio: «Je vous supplie de croire qu’on n’a rien oublié de deçà pour vous faire recevoir toute sorte de satisfaction sur ce sujet, et, pour mon particulier, que j’eusse desiré avec passion que vous en eussiez retiré tout l’avantage que vous vous estiez proposé ; mais la Reyne a jugé que vous deviez vous contenter de quarante mille escus» [78]. Un avez más debemos buscar en los factums de 1649 la versión del Mariscal sobre el asunto: «depuis le ministeriat du Cardinal, il ne se trouvera point dans les comptes de l’Epargne, qu’il [La Mothe] ait touché une seule gratification comme les autres Generaux d’Armée… au contraire on luy a regraté sur la rançon du marquis de Povare [sic], de laquelle le feu Roy l’avoit gratifié en recompense d’une bataille gagnée» [79].
Al poco tiempo de su regreso a Barcelona el mariscal de La Mothe escribió a la Corte informando que daba por finalizada la campaña militar, renunciando a emprender una acción importante por falta de medios. Pronto los detractores de La Mothe le reprocharían duramente su inactividad injustificada. ¿Qué parte cabe atribuir al malestar del Virrey ante los episodios arriba citados en la toma de esta decisión?

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El retraso en el envío de los fondos de Cataluña -hecho reconocido por Mazarino en sus cartas- había, como hemos visto, obligado a La Mothe a dar media vuelta en Aragón en julio. Las malas cosechas y la tensión creciente provocada por los alojamientos de las tropas en Cataluña hacían inviable mantener un ejército de 20.000 hombres sin medios para sustentarlo. Según la versión de La Mothe los fondos prometidos no llegaron hasta finales de agosto de 1643 [80]. Un testimonio poco sospechoso de ser favorable al Virrey confirma las dificultades insalvables que habían justificado aquella decisión, se trata de M. de La Berchère, que en septiembre de 1643 substituiría a Argenson como superintendente de Cataluña. El hecho es que cuando se disponía de soldados faltaba dinero, y cuando se disponía de los hombres y el dinero la escuadra no había llegado. En el momento en que fue posible realizar una acción en Aragón, sobre Fraga, se hizo necesario bloquear al enemigo en Tarragona, pero la escuadra no había llegado a tiempo. [81]
Las intenciones del Virrey provocaron un amargo desconcierto en la Corte. La confianza en los avances del ejército de Cataluña era plena hasta bien entrado el verano de 1643 tal y como lo atestigua la correspondencia de Mazarino: «le mareschal de La Mothe se prepare dans l’Espagne, avec vingt mille hommes, à une entreprise importante» escribía a finales de julio., o un mes después: «le mareschal de La Mothe a une puissante armée sur les frontières de l’Aragon pour ejercer le roy d’Espagne, qui est venu en personne à Saragosse pour s’opposer aux armées victorieuses de la France ; et que M. de Brézé est en la coste de Catalogne pour appuyer par mer, s’il en est besoin, ce que le mareschal de La Mothe entreprendra du costé de terre». [82]
El tono en la respuesta de Ana de Austria al Virrey era, por primera vez, de una gran dureza: «Je croyois qu’après les efforts que je sçay que l’on a faict pour vous donner moyen cette année d’executer quelque dessein considerable en Espagne des le printemps suivant les propositions que vous-même en avez faict, les premières nouvelles que je recevrois de vous serient de quelque siège d’une importante place»

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seguía un comentario que contradecía la la versión de La Mothe sobre los fondos de guerra: «jugeant qu’il ne vous pouvoit rien manquer pour cela puisque les fonds de la depense extraordinaire de l’artillerie et des recrues des troupes ont été ponctuellement envoyés sur les lieux, que par les soins que l’on a pris de les faire faire avec une diligence extraordinaire […] le sieur de La Vallée avoit donné asseurance que vous deviez partir dans peu de temps pour entreprendre quelque chose ce qui a obligé a vous envoyer six cents mille livres en diligence avec des efforts incroiables dans la necessité presente».
Se reprochaba a La Mothe haber comprometido los esfuerzos militares y diplomáticos de la Monarquía. No sólo se le habían enviado las tropas del Rosellón, sino que se había instado al rey de Portugal a movilizar sus ejércitos hacia Andalucía y Castilla asegurándole que el ejército francés de Cataluña estrecharía el cerco contra los españoles por aquella parte. Seguía la Reina manifestando su sorpresa ante la decisión de La Mothe: «l’occassion ne vous en ayant ce me semble jamais pû être plus favorable, et les progrés de ce costé la ne pouvant arriver plus à propos que la veille d’un traicté de paix [se refiere al congreso de Munster] dans lequel les meilleurs moyens pour faire que les enemis s’accomodent a des conditions raisonables seront d’avoir de toutes parts avantage sur eux et principallement dans l’Espagne» y terminaba aceptando con escepticismo las excusas del Virrey con un «Je veux croire…» [83]. Tres días después por carta del Rey se le negaba a La Mothe el dinero que pedía para gastos de artillería, indicándosele que dada su resolución de no emprender nada en aquella campaña, podría optimizar los recursos con los que ya contaba.
Acompañando aquella segunda carta real, Mazarino escribía al Virrey manifestando su consternación pero en un tono cordial que contrastaba con las duras palabras de la Reina [84]. Sin embargo el contraste entre ambos documentos no debe confundirnos.

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Las cartas reales, no sólo, evidentemente, las del Rey -que aún no había celebrado su quinto cumpleaños-, sino también las firmadas por la Regente eran escritas al dictado de la voz del primer ministro. Hablando por boca del Rey o la Regente, Mazarino podía adoptar el tono severo que como ministro se guardaba por el momento de utilizar. En este sentido conviene situar la carta en el contexto del golpe de Majestad contra les Importants.
A pesar de la distancia, el mariscal de La Mothe no había vivido con indiferencia la agitación política de la Corte. Para La Mothe y los suyos el tiempo del favor había pasado como pronto se pudo comprobar por los acontecimientos que siguieron a la muerte de Richelieu. El primer sinsabor, en diciembre de 1642, fue la negativa dada al obispo de Rennes de cambiar su diócesis por la mitra arzobispal de Narbona, que le había sido prometida por el difunto Richelieu [85]. Dicha promoción hubiera convertido al hermano del Virrey en el titular de la que había sido en la época carolingia la sede metropolitana de las diócesis de Cataluña. [86]
La desgracia de Noyers cuatro meses más tarde acabó por mostrar al Virrey que debía aplicarse para recuperar su crédito en la Corte. El Dr. Sevilla comenta la reacción de La Mothe al conocer la notícia: «ya se hallava noticioso de lo sucedido, por la llegada del sr. de la Vallee en sequito de la muerte del cardenal de Rochelié (sic.), de la disgracia del de Noyers, agonias en que ya se hallava el Rey, llenando aquellos papeles en blanco para en nombre del mariscal subscribirles en favor de

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aquella persona que se enseñare mas fuerte por cabeça de los partidos que el se imaginava que nacerían en Francia con promesas de secundarles con todo su poder autoridad y bienes, intencion que después la confirmo su voluntad por via de una letra en data de los 7 de mayo 1643, que el mandava al Obispo de Rennes».
Conocemos el contenido de la mencionada carta a través de la transcripción que hace el mismo memorialista. El Virrey habría escrito a su hermano lo siguiente: «Vos me podreis libremente avisar en que intelligencia se hallan presentemente los ministros, que cabalas, que partidos se enseñan en la Corte, quales sean sus cabeças, y qual de ellas creeis vos la mas fuerte y en la qual yo me devo arrimar agora que la muerte del cardenal de Richelieu y la retirada de Mosiur de Noyers me conceden la livertad para tomar el consejo que mas se adoptara al mío». [87]
Si las relaciones entre el Virrey y la Corte no habían comenzado con buen pie, se agravarían como ya hemos visto a lo largo de la campaña de 1643.
El 4 de septiembre de aquel año Mazarino había informado por sendas cartas a La Mothe y D’Argenson de las medidas tomadas contra los Importantes [88]. Por otra del 13 de septiembre con firma real se daba la versión oficial de los hechos [89]. El 25 el Virrey enviaba su respuesta al primer ministro donde hacía una reivindicación de inocencia: «je m’estimerois bien malheureux sy j’avois donne subject den doubter et je m’assure que lorsque V. Em. sera esclaircie de la verité elle deffendera avec cognoissance ce quelle a soustenu par bonté». [90]

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Es evidente que La Mothe era sospechoso a ojos de Mazarino de complicidad con les Importants, no sólo por su vinculación con Noyers sino por un asunto turbio del que Jean de La Barde y el Dr. Sevilla nos dan la clave en sus respectivas obras. En su obra De rebus Gallicis, La Barde hace alusión a la correspondencia interceptada entre el Virrey y su hermano el obispo de Rennes [91]. En la que el Virrey se habría declarado abiertamente favorable a la oposición al gobierno mazarino.
El hecho de que el Virrey fuera el aliado más remarcable de Noyers, así como las propias afirmaciones hechas más tarde en los factums, apoyan esta versión según la cual La Mothe se habría dejado seducir por los Importantes.
Al mismo tiempo que esto sucedía, el superintendente de Cataluña Argenson fue relevado de su cargo y llamado a París. Su gestión había provocado duras críticas, que vemos reaparecer posteriormente en las cartas del visitador general Pierre de Marca. Se le acusaba de haberse enriquecido de manera fraudulenta con el tráfico de provisiones de guerra así como con el cambio de moneda, e incluso de falsificar moneda. La decisión de La Mothe de no emprender ninguna acción militar durante el resto de la campaña debe también ponerse en relación con este hecho. Argenson como hemos visto era un aliado y protegido de Sublet de Noyers, su afinidad con La Mothe era total. Si la destitución de Argenson constituye un jalón en la crisis de confianza del nuevo gobierno respecto al virrey de Cataluña, la desgracia posterior de La Mothe arrastraría al antiguo superintendente a ser arrestado e imputado en el proceso contra el Mariscal. [92]

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Como substituto se envío a Louis le Goux de La Berchère, maître de requêtes, cuya gestión duró hasta abril de 1644. A todas luces La Berchère jugaría un papel importante en la desgracia del Mariscal. [93]
La renuncia de La Mothe a realizar una acción importante en lo restante de campaña, no había sido del todo aceptada en París. Se le instaba repetidamente a emplearse a fondo para conseguir algún resultado antes de la llegada del invierno. De lo contrario, tal y como señalaba Mazarino las repercusiones sobre el prestigio personal del Virrey serían graves: «Il est certes necessaire qu’il le fasse pour estre le pretexte à certains esprits de décrier sa conduite» o: «bien que je sois assuré qu’il n’y a point de la faute de M. le mareschal de La Mothe; mais tout le monde n’est pas si juste ni equitable que moy à sa conduite…». [94]
A principios de octubre el socorro de Flix, que los españoles intentaban sitiar estimuló las expectativas del gobierno. Sin tratarse de una gran batalla, el eco que había tenido el socorro de aquella villa reposaba en que el propio Felipe IV, que se encontraba en Aragón, tenía intención de dirigir las operaciones en persona. No obstante poco después tras una serie de escaramuzas y la retirada algo negligente de La Mothe los españoles recuperaron Monzón.
Por aquellas fechas y aún en medio del ambiente enrarecido que había generado su decisión de finales de agosto de 1643, así como la pérdida de Monzón, La Mothe se quejaba a Mazarino de la mala disposición que el secretario de Estado de la guerra, Michel Le Tellier mostraba contra él [95]. La respuesta del Cardenal era la siguiente: «pour ce qui est de l’opinion que vous avez que M. Le Tellier ne vous est pas favorable, à cause des lettres qu’il vous a escrites, je vous supplie de croire qu’en cela il n’a fait qu’executer les ordres qui luy ont esté donnés, et que tant s’en faut qu’il ayt ajousté à ce qu’il peut avoir eu de fascheux, qu’au contraire il l’a adoucy autant que son devoir et le commandement qu’il en avoit receu l’ont peu souffrir, et cela bien plus

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pour exciter à bien servir ceux à qui vous le fairez voir que pour se plaindre de vostre conduite ; car, au reste, je suis certain qu’il a pour vous l’estime et l’inclination qu’il doit avoir, et, quand mesme il n’auroit pas, comme il a, ces sentiments pour vostre merite, il est trop mon amy pour n’aymer pas les personnes qui me sont chères au point que vous l’estes» [96].
Las cortesías protocolarias no llegan a esconder el mensaje que el primer ministro quería hacer llegar al Virrey. Le Tellier no sólo era «trop son ami» decía Mazarino, sino que todo comentario molesto que hubiera podido hacer contra La Mothe era un reflejo del sentir del gobierno en pleno…En aquella misma carta Mazarino le informaba que había despachado con su hermano el obispo de Rennes y con Sublet de Noyers sobre sus intereses particulares. Noyers había renunciado a su cargo 5 dias antes.
Años después el entorno del Virrey denunciaría en el quinto de los factums la supuesta inquina de Mazarino contra él a causa de los lazos que unían a éste con Sublet de Noyers: «il [Mazarino] apprehendoit que les bons succes du costé de l’Espagne advançassent la paix, pendant laquelle il jugeroit quelque diminution de son credit: il se peut aussi qu’il l’ait fait, afin d’empescher que Monsieur le Mareschal de la Mothe ne vint à ce haut poinct de gloire, d’avoir par ces heureux succez obligé le Roy Catholique à la Paix, apres laquelle il eust peut mesnager le retour de monsieur de Noyers son parent et amy, dans les affaires, retour que le Cardinal a tousjours principalement apprehendé» [97]. Esta versión que explicaría la desgracia fulminante de que fue víctima La Mothe en diciembre de 1644, se empezó a extender desde principios de aquel año.
«La politique de Monsieur le Cardinal se contenta en la Campagne de 1643 de rendre le Mareschal de La Mothe inutile. En la suivante 1644, passant plus en avant elle le voulut faire malheureux» [98]. Retomando este pasaje del mismo quinto factum nos adentramos en la ultima y sin duda la mas desastrosa de las campañas del mariscal de La Mothe en Cataluña.

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A principios de 1644 el Virrey había enviado un memorial a la Corte donde exponía las cosas necesarias para alcanzar los progresos que se esperaban en Cataluña. Implícitamente aquel escrito constituía una crítica a la gestión que desde París se había hecho de los asuntos catalanes, y que concernía evidentemente al secretario de Estado responsable de la provincia, Le Tellier. En primer lugar La Mothe se quejaba de que los fondos para la manutención de las tropas correspondientes a los meses de noviembre y diciembre aún no habían llegado. Las tropas obligadas a vivir sobre el país, la tensión social contra los franceses se había vuelto irrespirable. Los soldados del Rey se sentían, decía La Mothe: «comme s’ils eussent esté en pays ennemy». Señalaba que para mantener al ejército de Cataluña era imprescindible que en adelante el dinero debía llegar con tres meses de antelación: «aultrement il est inutile envoyer des troupes ne servant qu’a irriter les peuples». Se quejaba también de que las tropas reclutadas el año anterior habían permanecido dos meses embarcadas esperando las galeras que debían escoltarlas hasta Cataluña, y pedía que las nuevas estuvieran listas con su correspondiente escolta el 20 de marzo a mucho tardar. Así mismo pedía que se procurará que tropas, dinero y artillería llegaran al mismo tiempo: «aultrement sy les gens de guerre arrivent sans fonds par advance, sans l’armée navale pour les places de mer et le passage des troupes, sans l’equipage de l’artillerie la despence de toutes autres choses sera inutile». Finalmente La Mothe pedía fondos extraordinarios para dotar a Lérida de todas las cosas necesarias para soportar un sitio: «parce que les habitants sont les plus mal affectionnés du pays et qui traittent le plus mal les gens de guerre». [99]
Aquel año la campaña no empezaría hasta bien entrado el mes de abril. Antes de su inicio el superintendente de Cataluña La Berchère, tras haberlo pedido con insistencia, fue llamado a la Corte. Las pésimas relaciones entre La Berchère y el Virrey eran un secreto a voces [100]. Como substituto se enviaba esta vez no a un intendente, sino a un Visitador General, cargo que revestía una mayor autoridad.

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Pierre de Marca, obispo electo de Couserans, presidente del Parlamento de Navarra y protegido del canciller Séguier sería el elegido para tal misión. Marca era un hombre de demostradas capacidades y fidelidad [101]. Oficialmente se le enviaba para «descargar» al Virrey de las responsabilidades de gobierno de las que su presencia en el frente le impedía ocuparse.
No obstante en las instrucciones que se le dieron en la Corte percibimos la voluntad de poner en orden los asuntos de Cataluña tras la gestión juzgada sospechosa de Argenson. En este sentido se le encomendaba enviar un informe detallado de los abusos cometidos por la administración francesa en Cataluña, particularmente la corrupción monetaria y el tráfico de favores. La persona del Virrey era concernida indirectamente haciéndose referencia a la conducta fraudulenta de su secretario personal catalán. [102]
Además de Marca llegaron a Cataluña varios mariscales de campo M. d’Argencourt, M. de Castelan y M. de Beauvais Plessian. La Corte parecía decidida a someter la acción política y militar del Virrey a una estrecha vigilancia.
La Mothe recibió estos nombramientos con malestar. A su llegada a Barcelona, el 25 de abril de 1644, el Visitador General Marca, fue recibido con frialdad por el Virrey, que empezó por negarle una serie de honores protocolarios «La llegada del Señor de Marca fue celebrada con alguna demonstracion exterior por el señor de la Motte, pero por haver negociado que no se le continuase dando el titulo de excelencia que antes le havian dado todas las villas y ciudades por donde havia passado, y por no haverle acompanyado mas que la scalera de su casa sin baxar un solo grado se hecha bien de ver que es solamente exterior su alegria. El señor de Marca no publica su sentimiento pero no dexa de sentirlo».
Es interesante observar como coincidiendo con la llegada de Marca los documentos enviados a París en los que se denunciaba el malgobierno del Virrey se hacen cada

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vez más frecuentes [103]. Poco después la provisión del gobierno de la plaza de Perpiñán ocasionaba otro incidente entre los intereses de La Mothe y el Cardenal. Habiendo renunciado el titular de aquel cargo a favor del Virrey, las provisiones le fueron negadas. El nuevo gobernador de Perpiñán fue finalmente el conde de Noailles, protegido del cardenal Mazarino. [104]
En mayo de aquel año la primera acción militar de La Mothe se saldó con uno de los más sonoros fracasos de la guerra de Cataluña, el primero de los que iban a contribuir a precipitar la caída en desgracia del Virrey. Decidido a intentar un nuevo sitio de Tarragona, La Mothe cuidó que los preparativos de esta empresa se hicieran con la mayor discreción. El ejército del Rey Católico amenazó de nuevo la frontera aragonesa simulando que su objetivo era Balaguer. La Mothe se precipitó hasta allí y desguarneció Lérida para reforzar Balaguer. Inmediatamente los españoles se abalanzaron sobre Lérida para sitiarla. La precipitación había impedido a La Mothe traer consigo la totalidad de sus tropas que aún estaban desembarcando en Barcelona. El 15 de mayo tuvo lugar una batalla a la vista de Lérida en la que los españoles lograron sembrar la confusión entre las tropas francesas haciendo correr el rumor que La Mothe había muerto. [105]
Las tropas del Rey Católico lograron cavar trincheras e instalar el cerco de la ciudad. En los días posteriores La Mothe intentó desesperadamente desafiarlos a una batalla campal, pero la respuesta que recibió del general español, Don Felipe de Silva, fue que no había recibido esas órdenes de su Rey y que si quería luchar con él le esperaba en las trincheras. El 19 de mayo La Mothe anunciaba a la Reina y al Cardenal los hechos de Lérida [106]. Su abatimiento era transmitido a la Corte por uno

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de sus más íntimos colaboradores militares, el señor de La Vallée, que en una carta enviada a Le Tellier apelaba a las promesas de amistad que éste había contraído en su correspondencia con el Virrey. Le suplicaba que no permitiera que aquel accidente fuera utilizado como pretexto por los enemigos de La Mothe para provocar su desgracia. [107]
La noticia no fue bien acogida en París, aunque en apariencia se disculpara al Virrey. Determinado a organizar el socorro de Lérida, La Mothe se vio forzado por las órdenes de la Corte a dirigir sus esfuerzos en otra dirección. Se le indicaba que se empleara en tomar Rosas o Tarragona, a la espera de que Lérida resistiera el sitio por sus propios medios [108]. Para apoyarle en este designio se enviaba al marqués de Villeroy, otro íntimo de Mazarino, al mando de un ejército considerable.
Retomando los planes iniciales de la campaña, La Mothe se determinó a asediar Tarragona. Mientras las tropas y la flota llegaban de Francia, el 3 de agosto se hizo público que Lérida había capitulado. Cinco días después Felipe IV hacía su entrada solemne en la primera ciudad catalana que volvía a la soberanía española. La pérdida de Lérida y la presencia del Rey Católico en el Principado causaron un gran impacto en la opinión pública, tanto en Barcelona como en París. La empresa de Tarragona se convertía en la última apuesta posible para La Mothe. El visitador general Pierre de Marca enviaba a la Corte que: «le pays est en plus grand danger en l’estat present qu’il n’a jamais este, non seulement a cause des forces des ennemis, mais encore a cause de la presence du Roi Catholique, qui doit accompagner son armee dans la Catalogne vers le commencement de septembre». [109]
El 21 de agosto Felipe IV juraba las constituciones y libertades de Cataluña en la Seo de Lérida. Al día siguiente, en Tarragona se producía el primer enfrentamiento importante entre las tropas sitiadoras francesas y los defensores de la ciudad. Durante las semanas posteriores y gracias al concurso de la escuadra del duque de

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Maillé-Brézé [110] los franceses llegaron a controlar la práctica totalidad de las fortificaciones del puerto de Tarragona. Sin embargo el desenlace de aquel sitio, sería desastroso: «El día 14 de septiembre de 1644, repentinamente y sin consejo alguno, mandó el señor Mariscal retirar y embarcar la artillería de la batería y todos los pertrechos que pudo, dejando una inmensa cantidad de artificios de guerra que había sacado de la atarazana de Barcelona […] el ejército marchó a Urgel y la armada a Marsella y Tolón dejando al enemigo libre y bien acomodado de pertrechos y víveres» [111]. Según el Mariscal tal decisión respondía por un lado a la falta de dispositivos suficientes para mantener el sitio, y por otro a la eventual invasión del Urgel por el ejército español de Lérida. [112]
La versión de La Mothe en los factums vuelve a responsabilizar a Mazarino del fracaso de Tarragona: «la prise de la Ville estoit indubitable apres ce grand exploict, si Monsieur le Cardinal eust envoyé les six mille hommes qu’il avoit promis. Il les fit demeurer en Italie, sous pretexte de la mort du Pape Urbain ; les jugeant plus necessaires, pour favoriser dans le Conclave l’election de Monseigneur le Cardinal Sachetti son amy» [113]. Sin embargo, una carta real del 9 de septiembre de 1644 dirigida a La Mothe contradice esta versión: «ayant esté embarquées [las tropas de Italia] pour les faire descendre en Provence […] pour les faire embarquer, et delà passer en Catalongne […] mais la chose ayant manqué par la mauvaise volonté des officiers et le libertinaje des soldats, toutes les tropes s’estant disipez en mettant pied

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a terre». En la misma carta se informaba a La Mothe del envío de nuevas tropas y de los fondos de los meses de septiembre y octubre. [114]
«Toute l’Europe parla diversement de la cause de tels succes arrivez en Catalogne» afirmaría el autor de los factums, la realidad era que toda Europa empezando por los catalanes atribuyeron al Virrey la responsabilidad de aquella sorprendente retirada. Los diputados del General escribían a sus agentes en París: «Al haver desamparado el sr. de la Mothe el sitio de Tarragona casi al primer aviso que ha tenido de que el enemigo venia con algun grueso para socorrerla, ha causado a todos generalmente tan gran desconsuelo y pesar como a nosotros dominacion y cuidado…» [115]
Antes de la llegada del invierno, los españoles aún harían caer en sus manos Balaguer, Agramunt (donde se guardaban todas las reservas de trigo del Urgel…) y Ager. El estado de ánimo de la provincia queda bien reflejado en las cartas y memoriales que llagaban a la Corte desde Barcelona. En una de ellas y refiriéndose a los españoles se decía que: «pueden hacer lo que querrán sin temor de nadie, que la reputación de nuestras armas está a los abismos mas baxos, y la de España a la mas alta cumbre de la gloria» en cuanto a la reputación del Virrey se afirmaba en otra: «aunque haya sido grande, ahora no es mayor que la de sus hechos». [116]

Motistas y antimotistas: la caída en desgracia del Virrey

Acabada la campaña, el Virrey no volvió a Barcelona hasta el 25 de noviembre de 1644. Es significativo que a su llegada a la ciudad tan sólo el gobernador, Josep de Margarit su más íntimo aliado, acompañado de algunos caballeros salieran a recibirle. La Mothe se había convertido en un cadáver político desde el fracaso de Tarragona. De hecho el 9 de noviembre había llegado a Barcelona la nómina del nuevo virrey designado por la Corte, el conde de Harcourt. Desde la primavera de 1644 la desgracia del Virrey se había convertido en un proceso que la desafortunada campaña militar había vuelto irreversible.

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Para comprender la caída en desgracia del mariscal de La Mothe, que culminaría en su arresto en diciembre de 1644, hemos de tener en cuenta diversos aspectos. En primer lugar la pérdida de aliados en la Corte.
Ya hemos visto como la irrupción de Mazarino y su clan en escena había aportado una tensión manifiesta a las relaciones entre París y el virrey de Cataluña. La facción cortesana a la que pertenecía La Mothe había sido rápidamente desplazada del poder. Argenson una vez vuelto a París había quedado arrinconado a causa de las denuncias que llegaban sobre su conducta en Cataluña y de su vinculación notoria con Noyers. Por otro lado la relación entre el Virrey y su primo el mariscal de La Meilleraye se había enfriado tras las campañas de 1641-1642. La causa del deterioro de las relaciones respondía a la rivalidad que había nacido durante el sitio de Perpiñán. Richelieu había tenido que llamar al orden a su primo La Meilleraye para que se aviniera a aceptar las indicaciones de su otro pariente La Mothe, que en aquel momento se ocupaba del sitio de Tarragona [117]. La carrera meteórica de La Mothe en 1642, jalonada de un bastón de mariscal, un nombramiento de virrey y una corona de duque, debió resultar irritante para La Meilleraye, de cuyo carácter difícil los testimonios de la época nos dan prueba [118]. El Virrey habría de perder por último a otro importante aliado en noviembre de 1644 con la muerte de su tío el Gran Prior de Francia, Amador de La Porte.
Un segundo factor decisivo que hizo vulnerable políticamente al Virrey fue el malestar creciente en Cataluña. Los cuatro años de guerra ininterrumpida dentro del país (que sucedían a otros tantos de guerra de frontera y alojamiento de tropas) habían causado un nefasto impacto sobre la agricultura del país desencadenando la crisis. A ello había que sumar la tensión creciente que generaban los alojamientos de tropas francesas de manera permanente y el agotamiento moral provocado por la amenaza constante de los ejércitos españoles. Las derrotas de 1644 habían venido a desacreditar peligrosamente la posición de Francia en Cataluña. La dominación francesa lejos de mejorar las cosas parecía haberlas empeorado. [119]

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Si estos aspectos le ponían a La Mothe en una situación delicada en la Corte como, en el Principado no faltaban quienes deseaban la eliminación política del Virrey. Los métodos de gobierno de la administración virreinal monopolizada por una facción de adictos a La Mothe habían despertado una feroz oposición. La formación de dos partidos antagónicos en la provincia se había acelerado con la toma de poder de La Mothe en diciembre de 1642. El partido del poder al que los documentos de la época se refieren como «partido motista», estaba dirigido por el gobernador Don Josep de Margarit e integraba a catalanes y franceses miembros de la administración virreinal: el canciller de la Real Audiencia, Llorenç Barutell, el regente Queralt, Francesc de Sangenís, el abad Montpalau, también los colaboradores de Argenson, los intendentes Dorée y Aligre, junto a sus subalternos Talon y Moreau. También estaban presentes en este grupo miembros de las instituciones catalanas, el más notable, el diputado militar, Francesc de Tamarit. Finalmente los familiares civiles y militares de La Mothe: los secretarios Boissot, Denia y Baiault, el abad Bellestar, su limosnero, los oficiales militares La Vallée y Terrail -todos ellos franceses- y el secretario catalán Pacià Roca.
Frente a este partido se erigía un grupo de oposición organizado principalmente en torno a Josep Fontanella, regente de la Real Audiencia y Don Josep d’Ardena, capitán de la caballería catalana. En el concurrían el diputado eclesiástico-presidente de la Diputación Bernat de Cardona, el conseller en cap Bernat Muntaner, Don Francesc de Vergòs, del Consell de Cent, Don Francesc de Vilaplana, jefe del ejército catalán y sobrino de Claris, Paolo del Rosso, dean de la Catedral de Barcelona, el señor Camarany, el Dr. Pont, confidente de Mazarino en Barcelona, los Martí de Viladamor, padre e hijo…Así mismo diversos personajes franceses se situaban en la oposición al Virrey: el señor de Boisach oficial del ejército, el mariscal de campo Castelan, el superintendente La Berchère, etc.
La rivalidad entre estas dos facciones tenía su eco en París, donde los aliados del Virrey se organizaban en torno a su hermano el obispo de Rennes. Entre los catalanes sin duda el más destacado era el Dr. Sevilla, agente de Margarit. El

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representante permanente de las instituciones catalanas en la Corte, Isidoro Pujolar, por su parte era marcadamente «antimotista». Las bandosidades tradicionales de nyerros i cadells en el caso catalán, y clientelismo cortesano en el caso de los franceses, modelaban la composición de dichos partidos. [120]
Si hasta entonces el reflejo de la lucha política en Cataluña había llegado a la Corte a través de prudentes denuncias, tras la derrota de Lérida éstas se volvieron más violentas y las instituciones catalanas en fin decidieron enviar una embajada ante el Rey encargada de hacer llegar las quejas contra el La Mothe y los suyos. En apariencia la Diputación y Consell de Cent enviaban a sus agentes diplomáticos para «dar calor» al interés del gobierno respecto a los asuntos de Cataluña. Pero la misión principal de aquella iniciativa era pedir el relevo del Virrey y que se procediera a una «limpieza» del personal político que le rodeaba, al que se consideraba responsable de la crítica situación del Principado. Sospechándolo, el partido «motista» tomó cartas en el asunto para conseguir que los encargados de encabezar aquella delegación diplomática fueran personas afectas a La Mothe. La designación de la embajada catalana a la Corte coincidió con el relevo de los diputados de la Generalitat tras la expiración del trienio 1641-1644, el 22 de julio de aquel año. El diputado eclesiástico saliente era un reconocido enemigo de los motistas, Bernat de Cardona. Su substituto, el abad de Galligants, parecía, en principio, mucho más dispuesto a entenderse con La Mothe.
Los motistas consiguieron que se descartaran las candidaturas de Paolo del Rosso y Francisco de Vergòs para encabezar la embajada. En su lugar se designó finalmente al abad de Bañolas Francesc de Montpalau, destacado partidario del Virrey, en representación de la Diputación [121], y a fray Gaspar Sala, como embajador del Consell de Cent. Para escoltarlos a París y sin duda velar sobre el desarrollo de aquella misión, La Mothe envió a su fiel La Vallée… [122]

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Un informe enviado a la Corte por aquellas fechas nos da la clave de aquellos nombramientos en el contexto político del momento: «El embaxador de la Deputacion nombrado para venir a la Corte que se llama Don Francisco de Montpalau, abad de san benito, antes de partir para la Corte se ha ido a conferir con el sr, Mariscal de la Motte en Tarragona, lo que no ha hecho el embaxador de la ciudad el qual al punto que fue nombrado tomo el camino de la Corte y que el dicho Montpalau por suplir el tiempo que ha gastado en ir y venir de Tarragona viene a la Corte por via de Tolosa.
Que la causa de haverse ido a conferir dicho abad con el sr. mariscal de la Motte es por razon de la pretensión que tiene la congregación de San Benito claustrales de que Su Magestad se abdique del poder que tiene como a patron de las abadias de San Benito, cosa que ningun rey ha querido conceder ni privarse del derecho del patronazgo. Y como este año es deputado el abad de San Benito [se refiere al abad de Galligants] que en muchas otras ocasiones ha intentado lo mismo se vale de la autoridad de la Deputacion para el interes de su religión assi que en las predichas ocasiones la Deputacion, ni la ciudad se an querdido jamas entrometer en esto por ser sólo interes de su Magestad y no de todo el Principado sino sólo de los benitos: Y el mariscal de la Motte les ha prometido que alcanzarian lo que pretenden y en la forma que querrian, con que los deputados cuya cabeza es el abad de san benito le abonen en la Corte; Y esta es la causa porque no ha venido el dean Paulo del Rosso como querria el pueblo, sino un abad de san benito, de mejor nacimiento que costumbres y tenido por hablador aunque muy judicioso»
. [123]
Si La Mothe se había ganado la adhesión segura de Montpalau y el presidente de la Diputación, pronto los motistas caerían en la cuenta del gravísimo error que habían cometido permitiendo que Gaspar Sala fuera despachado a la Corte. El abad designado de San Cugat se reveló como un enemigo feroz del Virrey, que en complicidad con el residente catalán en París, Isidoro Pujolar y el Dr. Pont, confidente personal del Cardenal por medio de su secretario Hugues de Lyonne estaba determinado a descalabrar del poder a los motistas.
A la llegada de la delegación a París, Montpalau tenía ya conocimiento de lo que se maquinaba a su alrededor, y denunció que Pujolar había entregado al gobierno un

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memorial contra el mariscal de La Mothe. El asunto del memorial estuvo en el centro de las disputas que se produjeron en el seno mismo de la embajada y que tuvo su eco en Cataluña. Dicho memorial junto con otros del mismo tenor se halla entre la documentación del archivo del ministerio de asuntos exteriores francés y nos servirán para analizar las denuncias que se hacían contra el Virrey.
Las acusaciones fundamentales eran de corrupción política y financiera. En primer lugar se denunciaba que se traficaba con el trigo y los víveres del ejército y que para adquirirlos se echaba mano de las reservas del país, quedándose los fondos enviados desde la Corte para estas necesidades en el bolsillo del Virrey y los suyos. El Mariscal imponía además el precio del trigo. Así pues la buena moneda francesa de plata y oro quedaba retenida por el gobierno virreinal mientras que en Cataluña sólo circulaba moneda rebajada o vellón. Aquello no sólo empobrecía al país sino al ejército que rápidamente se volvió hostil a La Mothe. Entre la oficialidad el Mariscal tampoco era obedecido ocasionándose así un desorden aún mayor que acababa pagando la población. No obstante los oficiales leales al Virrey también eran objeto de denuncia, especialmente el señor du Terrail, protagonista de numerosos incidentes violentos contra los catalanes. Otra curiosa acusación que se hizo contra La Mothe es que por debilidad hacia el señor de La Vallée (La Vallée y Terrail eran hugonotes) había consentido que se predicara la «herejía calvinista» en Lérida y Berbeny. Respecto a la corrupción política se afirmaba que las instrucciones reales no eran aplicadas en Cataluña y quedaban siempre sometidas al bon plaisir del Virrey. Este ejercicio despótico del poder, no respetaba ni las inmunidades eclesiásticas ni las libertades y constituciones del Principado, y bajo la excusa del castigo contra los «malafectos» se ejercía una represión arbitraria. Para encubrir todo esto el correo que entraba o salía de Cataluña era sometido a una férrea vigilancia, siendo habitualmente interceptado y abierto por los hombres del Virrey, incluso cuando se trataba de cartas reales. [124]
Un segundo memorial venía a confirmar muchas de estas acusaciones centrándose en la denuncia de una institución, la Junta de las cosas del servicio de Su Magestad y de su patrimonio, una suerte de consejo virreinal. Los componentes de esta Junta eran los más destacados miembros del partido motista: el gobernador Margarit, el Tesorero, el canciller Barutell, el regente Queralt y los señores Sangenís y Tamarit.

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Dicha institución era el instrumento más efectivo de la arbitrariedad virreinal y la plataforma desde la cual los motistas ejercían su «tiranía» sobre Cataluña. En ella se decidían las confiscaciones de patrimonios a los malafectos y su redistribución. Uno de los aspectos más oscuros de la Junta era que según se decía en el memorial se reservaba el derecho de suspender las decisiones reales llegadas desde París. Por otro lado las decisiones de dicha junta pasaban por encima del régimen foral catalán ya que los malafectos en tanto que traidores al Rey quedaban bajo su jurisdicción especial. Esta institución había sembrado el terror en la provincia y había forzado a muchos catalanes leales a Francia a tomar el camino del exilio o a pasarse al bando español. [125]
El tercer memorial que hallamos entre los documentos del archivo del quai d’Orsay, es el más detallado de todos y nos permite conocer aspectos interesantes de la vida política del Principado. Empezaba afirmando que el desgobierno al que había arrastrado a Cataluña el mariscal de La Mothe hacía engrosar cada día las filas de los conversos a la lealtad española. La primera denuncia volvía a dirigirse contra la justicia sumarísima que se usaba contra los sospechosos de desafección al régimen, arbitrariedad poco disimulada del partido motista contra sus enemigos. Tocando más directamente a la conducta del Virrey se le acusaba de una avaricia voraz que le había convertido en el hombre más rico de Cataluña. Se citaban ejemplos concretos: un águila de diamantes sustraída del convento de carmelitas descalzas, la vajilla de plata de los Cardona vendida en la Almoneda a un precio astronómico, las tapicerías del convento de los jesuitas que habían sido legadas por Don Juan de Austria, las joyas robadas a un mercader, etc.
En su frenesí por enriquecerse y entregado una vida de solaz y molicie, el mariscal de La Mothe había descuidado el gobierno del ejército, de lo que se siguieron los desastrosos resultados de las últimas campañas. Además, para escándalo público, el Virrey exhibía abiertamente su relación con Eulalia Reguer, a la que hacía sentar a su lado como si se tratara de su esposa, y que ejercía casi de virreina influyendo en los

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asuntos más graves del gobierno. La favorita había hecho derramar impúdicamente sobre sus familiares los beneficios de su buena fortuna. [126]
Los ministros del Virrey seguían su ejemplo tanto en la corrupción como en la depravación moral. A todo esto el señor de Marca, se decía, vivía cegado por los engaños del Virrey y el Gobernador, que lo habían rodeado de asistentes malintencionados. Se citaban por último una serie de casos concretos de represión injusta contra notables señores catalanes, despojados de sus bienes o puestos en prisión.
Como colofón el autor del memorial escribía sobre los catalanes: «su naturaleza es de modo que tratados con amor i dulçura haran quanto fuese menester en serbicio de su Rey, i el rigor los descompone los irrita de manera que como son gente bellicosa revuelvelos i no cuidan de otro que de satisfacerse. Pues que pueden perder mas que verse fuera de sus casas, de sus familias, de sus parientes, i de su patria. Quanto i mas no haviendo seguros tienen sus leies i privilegios que los a jurado su Magestad». [127]
¿Cuál fue la reacción de la Corte ante la llegada de todas estas denuncias? Las suspicacias que existían contra el Virrey desde el asunto de los Importantes y los manejos de Noyers para volver al consejo le habían convertido en un hombre bajo sospecha. Su inactividad al final de la campaña de 1643 había provocado duras críticas contra él en la Corte, que consideraba del todo inexplicable su conducta. La llegada del aluvión de críticas desde Cataluña no hizo más que reafirmar a la Corte en su decisión de desgraciar al Virrey. Tal decisión se tomó en torno al mes de agosto de 1644. La noticia de la derrota de Lérida que llegó a París casi al mismo tiempo que lo hiciera el superintendente La Berchère fue sin duda un desencadenante. No sólo se proyectaba relevar al Virrey, sino imponerle un castigo ejemplar. Esta hipótesis queda confirmada por una anotación de Olivier Le Fevre d’Ormesson, relator del consejo de Estado (maître des requêtes), hecha en su diario a 18 de agosto de 1644: «que l’on révoquait le maréchal de La Mothe, qu’on lui faisait son procès» [128]. Es de notar que

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en esta fecha La Mothe se empleaba a fondo en el sitio de Tarragona. Probablemente aquella empresa fuera la última oportunidad del Virrey de salvar su reputación. La reflexión que por aquellas fechas hacía Pierre de Marca sobre la suerte de los asuntos del Rey en Cataluña es aplicable a La Mothe: «si on vient a prendre Tarregone les affaires du Roi dans la province seront sauves, mais sinon la province serait perdue». [129]
La actitud del Virrey y su entorno entre agosto y diciembre de 1644 revela el nerviosismo que producía la amenaza de una desgracia inminente. La represión se endureció tal y como relata un informe de finales de agosto de 1644: «en Cataluña persiguen todos los que no apruevan las acciones del Mariscal de la Motte con titulo de traidores y malafectos a Francia, y que si Su Magestad no remedia esto abra de sacar todos los hombres de buen juicio de Cataluña, los quales no pueden aprovar muchas acciones dignas de todo vituperio y estan sentidos de ver que se haze mas inquisición de un hombre que dize lo que siente del Mariscal de la Motte y de sus ministros que de los mal afectos a Francia pues haviendose hallado en manos de un alguacil una carta contra el estado de Francia no se ha hecho mencion del castigo y se hace muy grande, si se halla alguna que diga que Lérida se perdio por falta de viveres, y por esta razon los de Barcelona escriven a los catalanes de París no les escrivan otras cosas sino las de su salud». [130]
Durante el mes de septiembre se produciría un episodio que muestra como la tensión entre la Corte y el Virrey se había convertido en una lucha pública. Mazarino y el gobierno sabían por las informaciones de sus confidentes que La Mothe y su entorno habían hecho correr el rumor de que la causa de las desgracias militares de 1644 era culpa de Le Tellier y del Cardenal quienes en su pretendida obcecación malsana por perder al Virrey habrían dejado de enviarle tropas y dinero [131]. La respuesta de la Corte fue la publicación de una carta firmada por la propia Reina Regente en la que

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se hacía una arenga a Cataluña a mantenerse fiel a su joven Príncipe, y se proclamaba la firme determinación de la Corona de sostener hasta la última extremidad a los catalanes. La carta iba acompañada de una relación de las tropas y dinero enviados a La Mothe desde el inicio de la Regencia, firmada por Le Tellier [132]. El Virrey respondió a esta publicación con la de otras listas que contradecían las de Le Tellier y que achacaban la pérdida de Lérida a la falta de efectivos. [133]
Entretanto el rumor persistente del relevo de La Mothe por el duque de Enghien se había extendido en Cataluña, favorecido sin duda por los antimotistas. Las súplicas del Consejo de Ciento y de la Diputación este sentido habían sido continuas. El duque de Enghien no sólo era un príncipe de la Sangre -cuarto en la línea de sucesión-, sino un héroe consagrado por las victorias acumuladas en Flandes. La figura aureolada de Enghien, cuyas sus victorias habían sido celebradas con grandes solemnidades en Barcelona por orden expresa de la Corte, contrastaba con los sucesivos fracasos del mariscal de La Mothe.
La demanda de un príncipe de la Sangre para ejercer el gobierno de Cataluña respondía además a razones mucho más pragmáticas. Así lo expresaba una carta de la Diputación a sus agentes en París: «que haziendose la guerra en este principado por medio de persona real confiamos no menos que se le asistira y seguira la copia de dinero ques el nervio de todo» [134]. Las garantías que ofrecía un Príncipe, no sólo se fundaban en la sólida posición de que pudiera gozar en la Corte, sino en sus propios recursos económicos. En el caso del duque de Enghien confluían todas estas calidades, ya que la Casa de Condé constituía el pilar político, financiero y en gran medida militar de la Regencia, sobre todo tras el desplazamiento del clan Vendôme y les Importants en septiembre de 1643.
En la Corte se llegó a barajar seriamente la idea de enviar a Enghien como virrey, pero se dudaba. En cualquier caso la buena acogida que se dio a las súplicas de los

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catalanes transmitía implícitamente que el relevo de La Mothe era cuestión de escaso tiempo. El partido de la oposición en Cataluña adquirió así renovadas energías y su lucha contra los «motistas» empezó a revelarse mucho más agresiva. Los efectos empezaron a hacerse notar tras el abandono del sitio de Tarragona. El Consejo de Ciento se había convertido, sobre todo tras la renovación de la Diputación en julio, en el baluarte de la acción contra el Virrey. Así el 21 de septiembre la ciudad formaba un proceso a su antiguo embajador en la Corte Don Jerónimo Gaver, sospechoso de estar a sueldo del partido motista: «haziendole sus cargos, el primero porque se bolvio de la Corte sin licencia, de los conselleres, el segundo porque recibio pension de Su Magestad siendo esta prohibida y que juran los embaxadores de Cataluña de no recibirla y aun le culpan que la pidio y que su esto se le prueba le castigaran severamente. El tercero porque dixo que si sacaban del gobierno al mariscal de la Motte errarian en todo los señores ministros». [135]
Otra importante iniciativa de la oposición fue la creación de una junta de 16 personas elegidas entre los consejeros de Barcelona encargada de comunicar con los embajadores catalanes en París, así como de corresponder con los principales personajes de la Corte, los reyes, príncipes y ministros. Los miembros de la Junta debían jurar guardar en secreto sus deliberaciones. Para que sus gestiones escaparan a la vigilancia que el partido del Virrey ejercía sobre el correo, se habían dado instrucciones a los embajadores en París de despachar los asuntos con la Reina y los ministros oralmente y escribir a Barcelona únicamente para anunciar las órdenes reales. A partir de entonces la Diputación se sumó a las súplicas por el relevo del Virrey. En una carta escrita a su embajador -quien sin embargo era uno de los partidarios de La Mothe- se le escribía: «Los negocios estan en el estado que no ay medio sino que si Francia no saca al mariscal de la Motte, lo sacara el Rey Católico con sus armas y ansi no hay que detenerse sino ejecutan y obran esos señores lo conveniente por el servicio de Su Magestad y conservación de la provincia, Dios la aga feliz». [136]

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El gobernador Margarit se personó en la Casa de la Ciudad para persuadir a los consejeros que no se dijera mal del Virrey en la Corte [137]. Un mes después habiendo logrado penetrar en el secreto de la Junta, supo como se habían enviado memoriales contra La Mothe y su gobierno. Su segunda visita a los consejeros fue mucho más acalorada y acabó con amenazas contra los que intentaran desacreditar al Virrey. [138]
En París se descartaba la idea de enviar al duque de Enghien y se perfilaba cada vez con más fuerza la candidatura del conde de de Harcourt como substituto de La Mothe. Harcourt era príncipe de la Casa de Lorena y sus éxitos en Italia le precedían. Su lealtad a la Corona y al gobierno mazarino era absoluta. La propuesta fue bien acogida por quienes habían pedido con tanta insistencia el envío de un nuevo virrey, y ahora sólo se pedía que viniera pronto.
En el entorno de La Mothe, se había asumido que el mariscal sería destituido de su cargo. Todas las acciones de los motistas se encaminaron a partir de entonces a conseguir que aquel cambio se efectuara de la manera más provechosa para ellos y consiguiendo dejar a salvo el honor del Virrey: «el punto de todo el negocio consistia en sacar el mariscal de la Mothe, y que lo consiguirian sin vituperarlo» [139]. Evitando que La Mothe cayera en desgracia, y obteniendo el nombramiento de un substituto favorable, cabía la posibilidad de continuar en el poder. En esto trabajaban el abad Montpalau, embajador de la Diputación, el sr. de La Vallée, que se hallaba en la Corte, y el Dr. Sevillà -agente del Gobernador en París-, en inteligencia con los parientes de La Mothe, el obispo de Rennes y el Gran Prior.
Los motistas recuperaron la candidatura del duque de Enghien, cuya dignidad de príncipe dinasta podía hacer sombra sin humillación al mariscal-duque de Cardona: «Assi se dice públicamente que hacen venir al conde de Ancourt por sacar el Mariscal. Si acaso es que le tengan que sacar –escribía Margarit al abad de Montpalau- por su vida, que aga cuanto pueda a que venga Anguien que en tal caso sera de mucha conveniencia porque realmente aca todos lo aman y estiman y si el señor mariscal podia quedar teniente seria dar cumplido gusto a la provincia y

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asegurarle todos los buenos sucesos» [140]. Por otro lado la amistad de La Mothe con el duque de Longueville, cuñado de Enghien, podría facilitar la buena entente entre ambos. Mucho menos deseable aparecía a los ojos del Virrey y su entorno la opción de Harcourt, cuyas relaciones con La Mothe pasaban por ser pésimas después de haber servido esté a las órdenes del conde en Italia.
Sin embargo el nombramiento de Harcourt como virrey era ya casi un hecho consumado desde finales de septiembre, las gestiones en la Corte de los motistas en los meses posteriores revelándose del todo infructuosas. Fortalecida por el favor de la Corte, la facción contraria a La Mothe exigía una purga institucional contra los amigos del Virrey caído, empezando por Margarit. [141]
La lucha de los motistas durante el mes de noviembre adoptó un tono desesperado. La Mothe y el Gobernador escribían a la Corte para denunciar las injurias que se hacían contra ellos allí. El Mariscal clamaba justicia ante la Reina: «J’espere que Vostre Majeste qui rend la justice a tous ses sujets ne la refusera pas a un gentilhomme aux services duquel le feu roy a eu la bonte de donner un office de sa Couronne pour recompense et VM. me pardonnera sil luy plaist si j’ose luy dire quil seroit honteux a la France et bien rude a un homme de ma condition de souffrir que des gens de celle de ces imposteurs, desquels le chef est un fugitif de ce pays pour l’enormite de ses crimes [el abad Sala], trouvassent de l’appuy dans vostre cour, qui les a mis a couvert du chastiment quils meritent mais je ne doute pont de que leur mauvaise vie et la fausete des memoires quils ont done contre moy estant conue de Vostre Majeste et de son conseil je men recoivre la mesme justice que Votre Majeste a acoustume de rendre a tout le monde». [142]

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En un arranque de orgullo Margarit escribía a la Corte que estaba dispuesto a abandonar todos sus cargos o a que se le hiciera un proceso para limpiar las dudas que parecía se tenían contra él. [143]
La perspectiva de la renovación próxima del Consejo de Ciento hacía concebir las últimas esperanzas a los motistas de cambiar su fortuna. El 30 de noviembre terminaba el mandato del consistorio municipal y serían elegidos un nuevo Conseller en Cap con ocho consejeros más. «El sr. mariscal de la Motte entro a barcelona a 25 de noviembre y que no ha querido despedirse de los conselleres de Barcelona esperando saliesen los nuevos que salen cada año a 30 de dicho mes dia de San Andres y, que esto lo ha hecho por razon del conseller en cap de quien se queja mucho por haver con los deputados pidido a Su Magestad el remedio de Cathaluña y mudança de virrey» [144]. Sin embargo los antimotistas se habían anticipado en esto, para impedir que el poder en el Consejo basculara hacia sus adversarios -como había sucedido en julio con la renovación de la diputación-, se había solicitado discretamente a la Corte un privilegio de retención, que permitía al Conseller en Cap, Muntaner, permanecer en su cargo. Tal priviliegio fue concedido. El Consell de Cent quedaba blindado contra los motistas [145]. La reacción del gobernador Margarit fue especialmente violenta: «Margarit dijo al sr. presidente de Marca que no podia sufrir tal cosa, e hizo decir a algunos del Consejo de Ciento que si tal cosa se proposava echarian al cabo [se refiere el Conseller en Cap, Muntaner] por la ventana y hizo que muchos fueran armados a la casa de la ciudad» [146]. La Mothe por su parte escribió una carta llena de indignación a los Consejeros [147]. La crispación política en Cataluña se hallaba en su punto álgido.

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El desplazamiento de los motistas del poder se había convertido en un hecho consumado: «Desde la nominacion del conde de Arcourt an resucitado una infinidad de amigos a Monsieur de Plessis Bicenson [du Plessis-Besançon] que antes no se atrevian hablar por temor de las cecsaciones y agora dizen públicamente que convendria bolviese a Cataluña por haver sido el fundador primero del buen estado della y el que hizo los capitulaciones por parte desta Corona» [148]. Además de esto el propio Plessis-Besançon, al que reclamaban los catalanes, daría testimonio meses después de l’état d’esprit del nuevo virrey designado: «Le comte d’Harcourt, qui n’aimoit pas le mareschal de La Motte, s’informoit de con cousin Chabot et de quelques autres [Harcourt se encontraba aún en la Corte mientras que su primo Chabot se hallaba sirviendo ya en Cataluña], quels étoient ses amis et ses ennemis, à dessein de se faire des partisans de ceux ci et de ruiner insensiblement les autres». [149] Los amigos de La Mothe por su parte cometieron la imprudencia de mostrar su antipatía hacia Harcourt antes mismo de su llegada, discutiéndole el derecho al tratamiento de Alteza. [150]
La Mothe pasó solamente dos semanas en Barcelona, preparando su partida hacia la Corte. Durante los últimos días, respetando las buenas costumbres protocolarias, el Virrey cesado acudió a despedirse de los diputados y consejeros. El cronista Parets anotaba en su diario esta descripción, que después de todo lo que hemos visto no podemos leer sin que se nos escape una sonrisa: «el Sr. Mariscal de la Mota fue a Casa de Diputación y Ciudad a despedirse […] dexávanos a todos con gran desconsuelo y pena su partida; en lo más arduo y recio de sus travajos diéronselo a conocer los Consistorios con demostraciones de mucho dolor; correspondió su Excelencia con iguales de su mucho cariño y rendidos ofrecimientos». [151]

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Probablemente para aplacar las iras de sus enemigos contra sus partidarios que quedaban en la provincia, La Mothe realizó varias acciones de una ostentosa magnanimidad: «hizo una remision general a los carcerados y desterrados por mal afectos a Francia, y licencia de bolver a Cataluña. Crio muchos cavalleros, ciudadanos honrados de Barcelona y dio otros privilegios y gracias honorables». El 7 de diciembre tras una misa en la cripta de Santa Eulalia de la Catedral, el Virrey montó en su carroza rumbo a Francia. La Mothe despedía Barcelona «con lágrimas en los ojos» [152], quizás pasaban por su mente los recuerdos de los dos años y tres días que habían pasado desde su entrada en triunfo en la ciudad…

Conclusiones

Al frente de un riquísimo tren de viaje, el mariscal de La Mothe salió de Cataluña atravesando el Languedoc y el Valle del Ródano en dirección a la Corte. A unas pocas leguas de Lyon recibió las prevenciones de varios de sus amigos en París que le avisaban de que iba a ser arrestado. Llegado a esta ciudad el día de los Inocentes de 1644 La Mothe era hecho preso e internado a la fortaleza de Pierre Scize, que aún conservaba el recuerdo inquietante de la represión de la conjura de Cinq-Mars [153]. Allí permanecería recluido tres años, siendo trasladado durante sus últimos años de reclusión al Arsenal de Grenoble. Su proceso no se iniciaría hasta 1647.
De esta manera brutal terminaba el primer mandato del virrey de Cataluña. El arresto del mariscal de La Mothe constituye un hito en la historia de la regencia de Ana de Austria, si consideramos la importancia del personaje, gran oficial de la Corona, mariscal de Francia, duque y virrey. La gravedad de esta acción sólo es comparable a la prisión del duque de Beaufort en septiembre de 1643. Argumentos de peso para cuestionar la idea de la «douce regence» que habría precedido a la Fronda.
La trayectoria de Philippe de La Mothe-Houdancourt durante la etapa 1640-1644 nos parece un fenómeno que ilumina en primer lugar la difícil transición entre el gobierno de los dos grandes cardenales-ministros de Francia en el XVII. Un período decisivo en

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la consolidación del sistema monárquico de los Borbones (lo que hasta hace unos cuantos años se podía llamar cómodamente Absolutismo…). Cadete de un linaje modesto, La Mothe había protagonizado una carrera meteórica que le había llevado hasta las gradas del Trono como se observaba en uno de los factums: «Ceux qui ont écrit des Vice-Rois, tiennent que c’est le plus haut degré d’honneur où puisse parvenir un sujet: les Rois se depouillants de leur authorité Royalle, en la remettant toute entière entre leurs mains» [154]. Protegido ministerial y denunciado como tal desde los primeros tiempos de su mandato en Cataluña, La Mothe había sin embargo cosechado -al menos- un par de victorias decisivas para Francia en 1642.
En conjunto la fortuna de La Mothe, respaldada por sus éxitos personales, queda ligada estrechamente a los procesos políticos que se jugaban en la Corte, no sólo como un efecto, sino -como hemos visto en el caso de su victoria de Lérida- como una causa. Si la carrera de La Mothe estuvo ligada a sus relaciones familiares, no estuvo exenta de una lógica política.
Como su exaltación, la caída de La Mothe estuvo ligada a la evolución de los acontecimientos de la Corte. La postura del Virrey durante los meses en que se asentaba el poder de Mazarino al frente del Estado, dejó una huella imborrable en las relaciones posteriores entre La Mothe y el gobierno, que la actitud del Mariscal durante la Fronda pone de relieve.
Al lado del deterioro de las relaciones con los ministros de París hemos de buscar en el proceso paralelo de desgaste del poder en Cataluña una causa de la desgracia final del Virrey. Históricamente, las relaciones entre el Principado y sus virreyes nunca habían sido idílicas, la tensión institucional era de hecho un componente natural en el dialogo entre el poder real y los organismos catalanes. A ello hay que añadir que la provincia se hallaba en estado de guerra, con lo cual no sólo las condiciones de vida eran especialmente duras, sino que la arbitrariedad virreinal quedaba hasta cierto punto legitimada. Un tercer elemento de este desgaste del crédito de La Mothe en Cataluña es el proceso delicado que le toco presidir, la asimilación del Principado a la Corona de Francia. Un proceso que la Corte pretendía llevar a cabo, al menos teóricamente, sin estridencias. Aspiración difícil, ya que la instalación del poder francés se apoyó primeramente en la represión contra los afectos a España. Uno de

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los problemas más graves en este sentido fue la actitud de la jerarquía eclesiástica catalana, mayoritariamente leal al Rey Católico. La Mothe como hemos visto, fue acusado de actuar de manera expeditiva contra los eclesiásticos, violando sus inmunidades.
Las fricciones entre las instituciones catalanas y el Virrey se agravaron a medida que su estrella palidecía tanto en los campos de batalla como en la Corte. El gobernador Margarit, auténtico valido virreinal y al mismo tiempo que cabeza de la facción en la que se apoyaba La Mothe, se convirtió en diana de todas las críticas de la oposición. Margarit representaba tanto la arbitrariedad de La Mothe como los abusos y la corrupción de los motistas catalanes. El descontento que producían las expropiaciones, y fundamentalmente el hecho de que éstas favorecieran exclusivamente al círculo de La Mothe y Margarit, hizo nacer un gran resentimiento entre las élites catalanas. El control sobre la correspondencia fue uno de los elementos más conflictivos de la arbitrariedad virreinal. Extralimitándose en las funciones de su cargo, Margarit intentó en más de una ocasión que las instituciones catalanas se doblegaran a su autoridad por la fuerza.
Respecto a la responsabilidad de los fracasos militares, un aspecto en el que coinciden partidarios y detractores del Virrey fue la desobediencia de la oficialidad hacia su jefe. Así las instrucciones de la Corte al Virrey en orden a aplicar correctivos contra oficiales rebeldes son una constante en la correspondencia desde el momento mismo de la desaparición de Luis XIII. Las causas de esta rebeldía eran varias: la pérdida del prestigio militar de La Mothe, la envidia hacia un colega que había ascendido demasiado deprisa, la percepción de la desgracia progresiva en la Corte, o aún: «la emulación y embidia de los Cavos franceses, viendo lo que se avía aprovechado [La Mothe], no pararon hasta que le derrivaron del puesto y de la fortuna que gozava». El ejército era una máquina colosal difícil de gobernar como bien afirmaba el propio ministro de la guerra Le Tellier cuando decía que: «l’armée est une véritable république». [155]
Al lado de la indisciplina militar el otro factor en el origen del fracaso de la acción bélica fue el de la falta de fondos. El cruce de acusaciones entre la Corte y el Virrey

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en este sentido trascendió a la arena pública a través de la publicación de las hojas volantes en el mes de septiembre de 1644. Es difícil establecer un balance exacto sobre lo que sucedió con los fondos y tropas que llegaban de Francia. La correspondencia nos muestra que existieron graves dificultades en Francia para proporcionar al Virrey los recursos necesarios. Por otro lado es innegable que La Mothe se enriqueció de una manera casi obscena al mismo tiempo que se quejaba de la falta de dinero.
La acusación de corrupción financiera fue el fundamento del proceso que se formó contra La Mothe en 1647. El Mariscal rechazó tal acusación más por ilegítima que por falsa: «Sur pareilles plaintes des peuples le Duc d’Ossuna fut rappellé de Naples, et le Cardinal Zapata mis en sa place: N’y ayant d’exemple en toute l’Histoire d’Espagne, que jamais les Roys soient venus à cette extremité de faire le procez à leurs Vice-Roys, sur pretexte de malversation dans leurs Finaces». [156]
Las denuncias de codicia contra el Virrey reaparecen de manera recurrente en las quejas enviadas a la Corte. Incluso los testimonios de la época favorables a La Mothe no dejan de hacer alusiones a este aspecto, así Parets escribe: «Despojárosle del ducado de Cardona […] poco se le debió dar al Mariscal este, pues le cogía después de haver embiado á su casa mucha riqueza que hera de los Duques de Cardona que la hallo empeñada, como es mucha cantidad de oro y de plata labrad; mucha tapicería de oro y seda, que era lo mejor que tenían los Duques y de inestimable valor; muchísimo dinero y muchos y buenos cavallos que havía tomado al Castellano en varias ocasiones de refriega: con que llegando la caída en ocasión de estar tan rico, ni devió ser grande, ni pudo sentirla tanto». [157]
El enriquecimiento de un gran oficial de la Corona en el ejercicio de sus funciones se consideraba lícito. Sobre todo porque el desempeño de un cargo suponía frecuentemente una inversión económica importante por parte de su titular. Así la concesión del título y estados de Cardona con sus correspondientes rentas y las minas de sal al mariscal de La Mothe se hizo con la idea de que aquella riqueza sirviera para sustentar las acciones del Virrey descargando a la Corona. Por otro lado La Mothe denunciaría años después que sus rentas como mariscal de Francia y virrey

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jamás le habían sido pagadas, lo cual justificaba que él tomara para sí lo que consideraba le correspondía [158]. Entre sus exigencias durante la Fronda, en 1648-1649, exigiría sumas importantísimas correspondiendo a aquellas rentas debidas, incluida la parte no pagada del rescate del marqués de Povar. [159]
Más allá de lo que pudiera considerarse legítimo en un tiempo en que la confusión entre finanzas privadas y públicas era grande –y cuyo máximo exponente son las fortunas de los dos grandes cardenales Richelieu y sobre todo Mazarino- es innegable que el enriquecimiento de La Mothe en Cataluña solo podía ser mal percibido. La famosa águila de diamantes y pedrería robada del convento de carmelitas, así como las tapicerías de Don Juan de Austria y otros muchos objetos a los que se hacía mención en los memoriales enviados a la Corte aparecen efectivamente en los inventarios del Mariscal realizados en ocasión de su matrimonio en 1650 [160]. Por otro lado en uno de los últimos avisos enviados a París desde Barcelona antes de la partida de La Mothe se indicaba que «limosnero del sr. Mariscal de la Motte llamado Niort o Ballestar, ha embiado una grande cantidad de dinero en Francia para marcar una tierra» [161]. Consciente de la inminencia de su desgracia el Virrey hacía salir dinero de Cataluña para invertirlo en agrandar su patrimonio en Francia.
¿Explican por sí solas todas estas razones la prisión y posterior proceso de La Mothe? Al igual que sucediera con el duque de Beaufort, La Mothe fue encarcelado sin darse cargos claros sobre la causa. «Hacíanle cargo de la pérdida de Lérida» se contentaba en afirmar el cronista Parets recogiendo la opinión más difundida. La interpretación de la desgracia de La Mothe debe tener en cuenta ciertos elementos poco considerados por los escasos historiadores que se han interesado por el personaje.

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Como la del duque de Beaufort, la prisión de La Mothe respondía a la voluntad de transmitir un mensaje político tanto en Francia como en Cataluña. Por un lado se trataba de realizar una demostración de autoridad por parte de la Regencia. La actitud altanera e independiente de La Mothe era común entre algunos grandes oficiales de la Corona y particularmente militares. Dada la debilidad de sus apoyos en la Corte La Mothe era un perfecto chivo expiatorio.
En otra dirección aquella iniciativa quería ser un lavado de la imagen pública de la autoridad real en Cataluña. La Mothe y su entorno habían hecho insinuado de manera poco discreta que el nuevo régimen respecto se desinteresaba de los asuntos de Cataluña. No podía ser de otro modo, según los motistas, dado que el poder estaba en manos de una Regente española y de un advenedizo italiano nacido súbdito del Rey de España… Si a Mazarino y Le Tellier se les acusaba de recortar los fondos enviados a la Provincia, la insinuación gravísima que se hacía contra las inclinaciones hispanófilas de Ana de Austria constituían prácticamente un caso de lesa Majestad [162]. La propagación de estas ideas en Cataluña sólo podía favorecer la desconfianza hacia Francia y el progreso de la causa española. [163]
El castigo enérgico que se dio a La Mothe venía a satisfacer con creces las quejas que llegaban desde Cataluña. Mazarino se atraía la simpatía de la oposición al Virrey -que por un momento se temió se convirtiera en oposición a Francia. Por otro lado el primer ministro tuvo la inteligencia política de no condenar con él a sus partidarios en Cataluña (los únicos imputados catalanes en el proceso de La Mothe fueron su secretario y otros personajes de modesta importancia). [164]
Al lado de las causas políticas del castigo dado al Virrey debemos señalar una motivación financiera importantes. El cronista Francesc Pascual de Panno y Ruata escribía sobre La Mothe: «la Reyna le hechó la culpa de la pérdida de su gente, y

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para eso le mandó retirar a Tolosa de Francia, donde lo tuvo preso asta que renunció en aquella corona el ducado de Cardona […] que poco acía se le avía dado, cuya renta aplica hoy Cataluña para ayuda de costa del salario del virrey del Principado» [165]. Una insinuación idéntica a la que hallamos en la crónica de Parets: «Despojárosle del ducado de Cardona con pretexto que quando el Rey le hizo la merced, nos savía qué estado era éste, y que, á saberlo, no lo huviera empleado en sujeto de tan vaja esfera como era la Mota, aunque las armas lo tuvieran elevado a tanta altura: reservóselo Su Magestad para emplearlo en persona más digna». [166]
Las rentas de Cardona y sobre todo sus minas de sal convertían aquel patrimonio en una de las fuentes de riqueza más considerables del Principado. Igual que esto se había tenido en cuenta a la hora de otorgar el ducado a La Mothe para que sostuviera su acción militar y política, es lógico pensar que la Corona creyera una necesidad recuperarlo cuando dejó de confiar en el Virrey, más aún cuando se tomo conciencia de su potencial económico [167]. La única forma de disponer de nuevo de las riquezas de las minas de Cardona era expropiar el ducado. En la Corte no fue difícil encontrar razones para ello.
El primer mandato del mariscal de La Mothe es un reflejo de la complejidad que revistió la incorporación de Cataluña a la Corona francesa. No sólo por las dificultades militares o las asperezas institucionales en la cohabitación de dos culturas políticas diferentes, sino por los graves condicionantes que los acontecimientos de la Corte de París tenían sobre el Principado. La figura de La Mothe marcaría toda la época de dominación francesa, bajo su autoridad que se pusieron las bases de aquella nueva soberanía, instalándose el engranaje institucional. Fue también en torno a él que se polarizó la clase política catalana, sin que los constantes esfuerzos del gobierno de París, poco secundados en muchas ocasiones por sus representantes en Cataluña,

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lograran galvanizar la lucha de facciones que debilitaba la causa catalano-francesa frente a España.
Muchos años después, tras la prisión, el proceso, la rebelión y la reconciliación del mariscal con el poder real, le sería encomendado por segunda vez el gobierno de Cataluña. La elección del antiguo Virrey en 1651, el momento más crítico del periodo de dominación francesa, Barcelona asediada por Don Juan José de Austria, revela hasta que punto la Corte consideraba a La Mothe una pieza maestra del tablero catalán. El Mariscal logró resistir de manera heroica durante casi seis meses pero tuvo al fin que capitular. El 13 de octubre de 1652 entregaba la ciudad a Don Juan de Austria. La capital del Principado volvía al seno de la Monarquía Española y la historia de la primera Cataluña Borbónica tocaba a su fin.

Notes

[1Memorial Histórico Español, Volumen XXII, Crónica de Miquel Parets, V, Madrid, 1889-1893, p 136.

[2Emile Morel, Houdancourt, seigneurie et paroisse, Compiègne, 1878.

[3Louise Charles-du Plessis-Picquet era la tercera esposa de Philippe I de La Mothe, señor de Houdancourt y de Sacy, lieutenant général des armées du Roi († 1651). El primogénito del señor de Houdancourt, Antoine, era hijo de su segundo matrimonio, fue él quién heredó los bienes paternos (fundamentalmente la señoría de Houdancourt luego erigida en marquesado), mientras que la fortuna del resto de la prole se fundamentó en el parentesco de los Charles-du Plessis-Picquet con Richelieu y su entorno. Los hijos de Mme de La Mothe-Houdancourt eran pues sobrinos del futuro primer ministro.

[4Los La Porte eran una prestigiosa familia de juristas originaria, como los du Plessis de Richelieu, del Poitou. Amador de La Porte, tío de Richelieu, había sido uno de los valedores de la carrera del futuro cardenal, obteniendo en retorno numerosas dignidades y guardando una parcela importante de la confianza de su sobrino. Convertido en Gran Prior de la Orden de San Juan en Francia, su influencia en la Corte era considerable. El sobrino de éste, Charles de La Porte marqués de La Meilleraye, primo hermano de Richelieu y primo segundo de los La Mothe, gozaba así mismo del favor cardenalicio, que le había valido entre otras cosas el oficio de Gran Maestre de la Artillería y el bastón de mariscal. A partir de 1642 de hecho, los La Porte adoptaron la jefatura del clan que quedaba huérfano con la desaparición de Richelieu. Un hecho a notar por ejemplo es que a la muerte del cardenal Alphonse de Richelieu –hermano del primer ministro- arzobispo de Lyon, en 1653, el mariscal de La Meilleraye solicitara la sede primada de las Galias para su primo el obispo de Rennes Henri de La Mothe, con la pretensión de mantenerla bajo el control de su familia. Joseph Bergin, Making of French episcopate. 1589-166, Yale University Press, New Haven-Londres, 1996, p. 530.

[5Comendador de la Orden del Santo Espíritu y consejero de estado a los veintisiete años (1622, el año en que Richelieu se convirtió en cardenal), abad de Souillac y obispo de Mende a los veintinueve (1624, acceso de Richelieu al primer ministerio), en fin Gran Limosnero y Canciller de Madame Enriqueta María de Francia, reina de Inglaterra, con treinta. De vuelta a Francia dos años después, Richelieu le encargó otra destacada misión, organizar el sitio de la Rochelle. Bibliothèque National de France (BNF), fonds Dupuy, 662, Notes sur Daniel de La Motte du Plessis, evêque de Mende. Emile Morel, Le château de Fayel et ses seigneurs, Compiègne, 1895. Bergin, Making of French episcopate, p.474. (Bergin sitúa el obispado de Mende entre los primeros veinte más lucrativos de Francia).

[6Mémoire de ce qui s’est passé au siège de La Rochelle depuis le 20 février 1628. Lettres, instructions diplomatiques et papiers d’État du Cardinal de Richelieu, edición de Georges d’Avenel, Imprimerie Nationale, París, 1853-1877, vol. III, p.49.

[7Noyers había sido introducido en política por su tío Bochart de Champigny, que a su vez era tío de la madre de Richelieu, y a quién éste había hecho nombrar surintendant y contrôleur des finances, en su primer equipo ministerial en 1624. Bochart de Champigny era también tío de la madre de Philippe de La Mothe-Houdancourt. Véase Françoise Bayard, Joël Felix et Philippe Hamon, Dictionnaire des surintendants et contrôleurs généraux des finances, París, 2000.

[8Claude Michaud, «François Sublet de Noyers, Superintendant des Bâtiments de France», Revue Historique, 241, 1969 ; David Parrott, Richelieu’s Army: war, government and society in France, 1624-1642, Cambridge, 2001 ; Charles Schmidt, Sublet de Noyers, précurseur de Louvois et de Colbert, Thèse de l’École Nationale des Chartes, París, 1897.

[9Richelieu se sirvió de él en su lucha contra las veleidades jansenistas de los doctores de la Sorbona hasta el punto que, según el testimonio coetáneo de Hermant: «la seule vue de M. de Rennes était capable d’épouvanter les docteurs». Hermant se refiere así mismo al incidente ocasionado por la pretensión de Richelieu de hacer que los doctores de la Sorbona dieran la primera licencia de su promoción a Henri de La Mothe en 1638. Éstos, por favorecer al arzobispo de París, quisieron darla al abad de Gondi, futuro cardenal de Retz. La indignación de Richelieu fue tal que hizo paralizar las obras de construcción de la Sorbona durante varios años. Mémoires sur l’Histoire ecclésiastique du XVIIème siècle (1630-1663) par Godefroy Hermant, edición de A. Gazier, París, 1905-1910, vol II, p.164. El incidente de la Sorbona entre Gondi y Henri de La Mothe es relatado en las memorias del primero, Jean-François-Paul de Gondi, Cardenal de Retz, Mémoires, Gallimard, París, 1984, p. 66.

[10Second factum ou deffenses de M. Philippes de La Mothe-Houdancourt, Duc de Cardonne et Mareschal de France, cy devant Vice-roy et Capitaine Generale en Catalogne, París, 1649, p. 18.

[11A partir de la campaña del Piamonte La Mothe recibió una pensión del duque de Longueville que no sería interrumpida durante su virreinato, y que se prolongaría durante la época de la Fronda.

[12Véase Georges Dethan, Mazarin: un homme de paix à l’âge baroque, 1601-1661, Imprimerie Nationale, París, 1981.

[13Lettres patentes de lieutenant général pour Philippe de La Mothe. Service Historique de l’Armée de Terre (SHAT), Guerre A1 67, pª. 45.

[14Carta de Sublet de Noyers a La Mothe, Rueil, 20 de marzo 1641. Eugéne Sué, Correspondance d’Henri Escoubleau de Sourdis, archévêque de Bordeaux, París, 1839, vol. II, p. 541.

[15Carta de Llorenç de Barutell a los Diputados del General, París, 22 de enero 1641. Citada por Josep Sanabre, La acción de Francia en Cataluña, en la pugna por la hegemonía de Europa (1640-1659, Librería Sala-Badal, Barcelona, 1956, p. 147.

[16Bernard du Plessis-Besançon fue soldado e ingeniero militar, encargado así mismo de asuntos diplomáticos. Había sido el primer negociador francés llegado a Cataluña. A pesar de su apellido no mantenía ningún lazo de parentesco con el cardenal de Richelieu ni con los du Plessis-Picquet, familia materna de Philippe de La Mothe.

[17Carta de Sublet de Noyers a Du Plessis-Besançon. Rueil, 17 de febrero de 1641. Bernard du Plessis-Besançon, Mémoires de Du Plessis- Besançon publiées pour la Société de l’histoire de France et accompagnés de correspondances et de documents inédits, ed. de Charles-Prosper Horric de Beaucaire, Société de l’Histoire de France, París, 1892, p.148.

[18Carta de Plessis-Besançon al mariscal de Plessis-Praslin. Turín, 14 de noviembre de 1646. Archives du Ministère des Affaires Etrangères (AMAE), Correspondance Politique, Naples, 4, fº 31. Citada en las Mémoires de Du Plessis-Besançon, p. 10, n. 3.

[19Ibidem, p. 28.

[20Enrique II de Borbón, príncipe de Condé (†1646), primer príncipe de la Sangre, y hasta 1638 segundo en la sucesión al Trono. Su hijo, el duque de Enghien se convertiría después en el Gran Condé. Henri Escoubleau de Sourdis, arzobispo de Bordeaux era almirante de las galeras del Rey en el Mediterráneo y ahijado de Enrique IV.

[21Sur l’armée du Roy en Catalogne adressé à M. de Chavigny. Juin 1641. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 20, fº 86.

[22René Voyer d’Argenson pertenecía también al mundo de los togados y estaba emparentado con Sublet de Noyers a través del linaje parlamentario de los Champigny. Véase Alfred Barbier, Notice biographique sur René de Voyer d’Argenson, Imprimerie Générale de l’Ouest, Poitiers, 1885.

[23El mariscal de La Meilleraye había ingresado en la Orden del Santo Espiritu solamente con «preuves de complisance», lo mismo que su tío el Gran Prior de La Porte en la Orden de San Juan. Véase François Bluche, «Notice biographique sur le maréchal de La Meilleraye», Dictionnaire du Grand Siècle, Fayard, París, 2005, p. 822.

[24Tallemant des Réaux –cronista malicioso pero bien informado- explica como: «le mareschal de Brézé, pour faire enrager M. de Noyers, mettoit tousjours des ordures dans les lettres qu’il luy escrivoit comme: «allez vous faire f(outre) avec vous f(outues) ordres!» Gédeon Tallemant des Réaux, Historiettes, Pléiade, París, 1961, vol. II, p. 298.

[25Argenson era sobrino del difunto cardenal de Bérulle, una de las grandes figuras del partido devoto en la Corte, y él mismo dejó al final de su vida una considerable lista de obras espirituales. Michel de Certeau, «Politique et mystique: René d’Argenson (1596-1651)», Revue d’Ascétique et Mystique, 39, París, 1963, p. 45-82.
Sublet de Noyers, cuya familia estaba íntimamente vinculada al establecimiento de los carmelitas en Francia, era miembro secreto de la Compañía de Jesús desde la muerte de su esposa. G. Tallemant des Réaux, Historiettes, vol. II, p. 299.

[26Véase Raoul Allier, La Compagnie du Très Saint-Sacrement de l’Autel: la cabale des dévots, 1627-1666, A. Colin éditeur, París, 1902 ; Alain Tallon, La Compagnie du Saint-Sacrement, París, 1990.

[27Sué, Correspondance d’Henri Escoubleau de Sourdis, vol. II, p. 62.

[28Resulta paradójica esta última crítica de Sourdis, ya que el origen de la fortuna de su familia se hallaba en el parentesco con Gabrielle d’Estrées, favorita de Enrique IV.

[29Nos remitimos al juicio emitido por uno de los biógrafos de Sourdis en relación a Tarragona: «C’était en effet, plus qu’une défaite: c’était une fuite devant l’ennemi, avec cette circonstance aggravante que l’armée navale se retirait sans combattre et abandonnait M. de La Motte-Houdancourt à son destin, malgré les ordres formels du Roi […] S’il est vrai qu’il était dominé par la manœuvre qui le plaçait sous le vent d’une force plus puissante que celle dont il disposait, du moins Sourdis devait-il tenter, avec ses galères, une pointe audacieuse sur le convoi de ravitaillement des barques et des brigantines en essayant de le disloquer et de le détruire, ce qui était son objectif essentiel et ce qui n’a point été fait. Du moins, devait-il rester dans les eaux de Catalogne, en conformité de ses instructions, au lieu de rallier Marseille». René La Bruyère, La Marine de Richelieu: Sourdis, archevêque et amiral, París, 1948, p. 210-211.

[30Brézé permaneció en el Rosellón cuatro meses. Su entrada pública y juramento en Barcelona no se realizo hasta el 23 de febrero de 1642.

[31Memorial Histórico Español (MHE), Volumen XXII, Parets, V, p. 25.

[32MHE, Parets, V, p. 27.

[33La devoción del mariscal por la Virgen de Montserrat, pronto hizo aparecer sus victorias de 1642 bajo la luz de un providencialismo patriótico. MHE, Parets, V, p. 28.

[34«Il a plu à Dieu, par la bonté avec laquelle il seconde ordinairement nos desseins, que comme ces forces s’avançoient à grandes journées par la Catalogne, elles ont été entièrement défaites par le sieur de la Mothe-Houdancourt, notre lieutenant général en nôtre armée qui est en ces quartiers là, lequel ayant formé le dessein de leur empêcher le passage, les a suivis avec tant de diligence et les a chargés si vivement et si à propos, qu’il ne s’en est échappé un seul. Et bien qu’aux deux premières journées il n’eût avec lui que mille chevaux, n’ayant pas eu le temps d’en assembler davantage, il n’a pas laissé de leur tailler en pièces plus de douze cents hommes et de prendre le général de leur cavalerie, appelé Don Vincent de la Mart, avec plus cinquante autres chefs et officiers prisonniers ; et il a si bien conduit toute l’entreprise, qu’ayant fait avancer les autres forces de notre dite armée sur le chemin par lequel les ennemis prétendoient se sauver, retournant vers Tarragone avec ce qui leur restoit, il a, en la troisième journée, si heureusement accompli cette victoire, que tout ce qui restoit a été tué ou pris, y étant demeurés prisonniers entre autres le marquis de Povares [sic], grand d’Espagne, général des armées, fils du duc de Cardonne, le duc dom François de Toralto, mestre de camp général, le marquis de Rujez, général de l’artillerie, tous les autres officiers généraux de l’armée au nombre de vingt-cinq, et de deux cents chefs et officiers de troupes, tous gens de marque, non seulement par leur qualité, mais pour être les meilleurs et presque seuls hommes d’entreprises qui fussent dans les armées du Roi Catholique ; et de notre part nous n’y avons perdu que très peu d’officiers ou de soldats, par la bonne conduite du sieur de la Mothe, lequel en ces rencontres ainsi qu’en beaucoup d’autres actions préalables, ayant fait cognoître toutes les grandes parties nécessaires pour tenir dignement les principales charges de la guerre, nous l’avons élevé à celle de maréchal de France». Mathieu Molé, Mémoires de Mathieu Molé, procureur général, premier président du Parlement de Paris et garde des Sceaux de France, ed. de Aimé Champollion-Filleac, Société d’Historie de France, París, 1885-1887, vol. III, p. 23.

[35Brézé pasó de puntillas por la historia de Cataluña, ya que no sólo se personó allí muchos meses después de su nombramiento, sino que durante su breve mandato permaneció inmovilizado por terribles ataques de gota. Su escasa sintonía con las instituciones catalanas y su aislamiento sirvieron de hecho al engrandecimiento de la figura de su subalterno más inmediato, Philippe de La Mothe.

[36Carta de Richelieu à Noyers. Narbona, 13 de mayo de 1642. Lettres et instructions diplomatiques et papiers d’État du cardinal de Richelieu, Avenel, t. VI, p. 916.

[37Así el historiador G. Dethan prueba en su monografía sobre Gastón de Orleans como el Rey animó a su hermano a ponerse a la cabeza de la oposición a Richelieu. Un aspecto sorprendente que muestra la complejidad del carácter de Luis XIII. Georges DETHAN, Gaston d’Orléans: conspirateur et prince charmant, Fayard, París, 1959.

[38François de Paule de Clermont, marqués de Montglat, Mémoires, Editadas por Michaud et Poujoulat, París, 1866.

[39Pierre Chevallier, Louis XIII. Roi cornélien, Fayard, París, 1982. p. 91. Avenel sostiene que fue el agente francés en Madrid, el barón de Poujols quién habría informado de la presencia de Fontrailles en Madrid al virrey de Cataluña, Brézé y al Cardenal. Denis-Louis-Martial d’Avenel, «Richelieu, Louis XIII et Cinq-Mars. Rôle du Cardinal dans la conspiration de Cinq-Mars ; découverte du traité de Madrid», Revue des Questions Historiques, tome 4, 1868, pp. 92-180.

[40Tallemant des réaux, Historiettes, vol. I, pp. 408 y 411.

[41La mala salud del Cardenal era conocida en Cataluña. Un ejemplo es la carta del Señor de Le Baume, oficial en Cataluña, a Mazarino escrita desde Cadaquès el 16 de junio de 1642, donde Le Baume habla del desconsuelo que le provoca el conocer la gravedad de la enfermedad de Richelieu. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, p.57.

[42MHE, Parets, V, p. 80.

[43J. H. Elliott, El conde duque de Olivares. El político en una época de decadencia, Crítica, Barcelona, 1990, p. 699.

[44Tanto más cuando el general español derrotado en Lérida era un sobrino de Olivares, Diego Mexía y Felípez de Guzmán, marqués de Leganés. La trayectoria de Leganés presenta paralelismos interesantes con la de La Mothe: ambos eran sobrinos de un valido, cuya desaparición les arrastró hacia la desgracia. Ambos fracasaron frente a Lérida, ambos fueron después encarcelados a causa de sus respectivos fracasos ante dicha ciudad. Curiosamente el paralelismo entre Leganés y La Mothe se encuentra en los factums escritos para la defensa del Mariscal en 1648. Leganés igual que La Mothe recuperó más tarde su posición como general de Cataluña y virrey. Las referencias a Leganés en los factums se hallan en el Second factum.

[45Carta del 27 de octubre de 1642, transcrita en el «Second Factum ou deffenses de Messire Philippes de La Mothe-Houdancourt», p. 43.

[46Ibidem.

[47Ibidem. p.44.

[48Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona (AHCB), Cartas comuns originals, 1641-1642, fº160. Citado por Sanabre, La acción de Francia en Cataluña. p. 239, n.4.

[49MHE, Parets, V, p. 85.

[50MHE, Parets, V, p. 85.

[51Carta de Luis XIII al mariscal de La Mothe, fechada el 4 de diciembre de 1642. Archives Nationales de France (ANF), 101 AP, fonds Gramont, Sup. 6, pª10.

[52«Le chapeau de Mazarin était en effet devenu une affaire d’État. Ce projet ne rencontrait pas que des applaudissements. Loin de là, tout un groupe de Français travaillait à sa ruine […] Ceux qui cherchaient à lui faire tort avaient pour chef de file un autre secrétaire d’état, De Noyers, à qui ils appartenaient corps et âme». Madeleine Laurean-Portemer, Etudes Mazarines II: une tête à gouverner quatre empires, ed. de la autora, París, 1997, pp. 597-598.

[53François de La Rochefoucauld, duc de La Rochefoucauld, Mémoires, Edición de Eric de Bussac, Paleo, Clermont-Ferrand, 2004, p. 390-391.

[54Comte de La ChÂtre, Mémoires, ed. de Michaud et Poujoulat, Société de l’Histoire de France, París, 1838, p.276.

[55Magí Sevilla llegó a la Corte en 1641, formando parte del séquito del gobernador Margarit durante su embajada en París. Los hijos del gobernador, que le acompañaron también en tal ocasión, quedaban en París como garantía de los pactos firmados entre la Corona Francesa y Cataluña. El Dr. Sevilla ejerció a la vez como preceptor de los hijos de Margarit, y como su agente político en París. Resultado de sus vivencias en primera persona y de sus privilegiados contactos en Cataluña es la interesantísima Historia de Cataluña desde la antigüedad hasta el año de 1649 del Dr. Sevilla. Dicha obra permaneció inédita. Hemos utilizado el manuscrito que se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia catalogado como Mémoires de Cathalongne par le Dr. Sevilla (BNF, fonds Espagnol, 115-116). Existe otro ejemplar en la Biblioteca de la Universidad de Barcelona.

[56Mémoires de Cathalongne par le Dr. Sevilla, fº 325-328.

[57Las malas relaciones entre Gastón de Orleans y Noyers deben ponerse en relación con el descubrimiento de la conjura de Cinq-Mars. En efecto el ministro de la guerra había sido designado por Richelieu para informar a Gastón del arresto de los conjurados. La implicación del hermano de Luis XIII en la conspiración se había desvelado al gobierno, y en el fondo el cometido principal de Noyers era el de presionar al príncipe para obtener una confesión. Pierre Chevallier, Louis XIII. Roi cornélien, Fayard, París, 1982.

[58Montglat, Mémoires.

[59La Casa de Orleans era la más próxima al Trono, bajo la jefatura del duque de Orleans, Gastón de Francia, hermano de Luis XIII (como tal recibía la denominación tradicional de Monsieur). Prácticamente en su lecho de muerte, el Rey había perdonado por la sexta vez a su hermano por mezclarse en conspiraciones contra el gobierno. En su testamento lo declaraba Lugarteniente General del Reino, que suponía la máxima autoridad militar, y con derecho a sentarse en el consejo de regencia. Los Condé eran príncipes de la Sangre pero no príncipes de Francia por no ser más que parientes colaterales de los Reyes sin descender de Enrique IV, el primero de los soberanos Borbones de Francia. El príncipe era Enrique II de Borbón, su heredero el duque de Enghien que le sucedería en 1646 se convertiría en el Gran Condé. El príncipe de Condé había sido designado como uno de los miembros de derecho del consejo de regencia. Para Gastón de Orleans véase Dethan, Gaston d’Orléans:conspirateur et prince charmant. Para los Condé véase Enrique de Orleans (Henri d’Orléans), duc d’Aumale, Histoire des Princes de Condé pendant le XVIème et le XVIIème siècle, Calmann Levy, París, 1863-1896.

[60Mme de Motteville, camarera de Ana de Austria afirma refiriéndose a la Reina que: «sa cabale pour lors était celle de MM de Vendôme auxquels la disgrâce avait donne du lustre et des amis». Mme de Motteville, Mémoires, citado en Jean-Paul Desprat, Les bâtards d’Henri IV: L’epopée des Vendômes, Perrin, París, 1994, p. 289. El duque de Beaufort aparecía en aquel momento llamado a jugar un papel protagonista al lado de la Regente. Una de las primeras acciones de Ana de Austria como regente fue confiarle la custodia de sus hijos, el mismo día de la muerte de Luis XIII. Pocos días después del Lit de Justice del 18 de mayo de 1643, la Regente devolvía el «rango intermediario» al duque de Vendôme, otorgado por Enrique IV a sus bastardos y derogado por Luis XIII. El lugar protocolario de Vendôme estaría en adelante inmediatamente después del de los príncipes de la Sangre y precediendo a los duques y pares (hasta el momento Vendôme se integraba en este grupo sin ninguna distinción especial). Luis XIV se serviría de este precedente para otorgar la misma distinción a sus hijos legitimados con Mme de Montespan en 1694. Para la Casa de Vendôme véase Desprat, Les bâtards d’Henri IV.L’epopée des Vendômes.

[61Jean-François-Paul de Gondi, Cardenal de Retz, Mémoires, Gallimard, París, 1984, pp. 98 y 105.

[62Noyers había intentado aproximarse al príncipe de Condé desde los últimos días del ministerio de Richelieu, sin éste se mostró indiferente llegado el momento de su caída en desgracia. Chavigny, otra «créature» de Richelieu habría de gustar la misma suerte a los pocos meses del inicio de la regencia, sin que Condé hiciera el más mínimo movimiento en su favor. «Sublet de Noyers, devenu via Richelieu un allié politique de Henri II de Bourbon, défendit au Conseil la décision –contesté au lendemain de la mort du cardinal- de donner au jeune duc d’Enghien le commandement de l’armée de Picardie». Katia Béguin, Les Princes de Condé. Courtisans, rebelles et mécénes, Champ Vallon, París, 1999, p. 44.

[63Jules Mazarin, Carnets, 3ºcarnet p.6. Véase: «Des carnets autographes de Mazarin conservés à la Bibliothèque Impériale». Publicados por Victor Cousin en 16 artículos en, Journal des Savants, 1854-1856.

[64Mazarino se refiere al Primer Presidente del Parlamento de París, Mathieu Molé, aliado de Sublet de Noyers. Ibidem, p.75.

[65Montglat, Mémoires. p. 141.

[66Carta de Mazarino a Noyers, 27 de septiembre de 1643, París. Alphonse Chéruel, Lettres du cardinal Mazarin pendant son ministère, París, 1872, vol. I, p. 392-393.

[67Jean de La Barde, marqués de Marolles, De rebus Gallicis historiarum libri decem, ab anno 1643 ad annum 1652, chez Dionysium Thierry, París, 1671, p.69.
La hija de de Sublet de Noyers era subpriora del convento de carmelitas de Pontoise donde Jeanne de Séguier, hermana del canciller Séguier, era la priora.

[68Hugo Grotius, Epistolae ineditae, Harlem, 1806, p. 89, carta del 7 de noviembre de 1643: «Noyerius Tillerio cessit de officio secretarius» (Noyers renunció a su oficio de secretario en favor de Le Tellier). Para la vuelta de Noyers a la Corte véase Ibidem, p. 83.

[69El juramento del nuevo Conde de Barcelona sería excepcionalmente realizado por el virrey. El precedente era el juramento de Luis XIII, que había sido efectuado después de largas negociaciones por el primer virrey francés, el mariscal de Brézé. Aunque Luis XIII piso territorio catalán durante la campaña del Rosellón, jamás llegó a realizar personalmente el juramento tal y como se había acordado con las instituciones catalanas. En el caso de Luis XIV, su minoridad justificó que no se trasladase al Principado a jurar. Se establecó no obstante que llegada su mayoría de edad debería hacerlo.

[70BNF, f.français, 4168, p. 17-34. Pouvoir a M. le Marechal de la Motte pour faire au nom du Roy le serment qu’ont accoustume de faire les Comtes de Catalogne du 17 May 1643 a París, Pouvoir de la Royne regente a M. le Marechal de la Motte, Pouvoir a M. le Mal de la Motte de recevoir le serment de fidellité des vassaux et subjectz du Roy en Catalogne Roussillon et Cerdagne a cause de son adveniment a la Couronne du 16 May 1643, Lettre du Roy a M. le Mareschal de la Motte sur le serment du Roy et les pouvoirs de Viceroy de Catalogne du 15 May 1643 a París, etc.

[71Carta de Luis XIV al Mariscal de La Mothe, Saint Germain-en-Laye, 14 de mayo de 1643. AN, 101 AP, f. Gramont, sup 6, pª 17.

[72Carta de Luis XIV al mariscal de La Mothe, París, 24 de mayo de 1643. ANF, 101 AP, f. Gramont, sup 6, pª 21.

[73«Vous pouvez croire que nous n’avons pas eu icy peu de deplaisir du manquement des promesses de Montauron sur lesquelles nous avions fait un fondement asseuré pour le payement de vostre armée. Vous le jugerez par le soin qu’on prend de le reparer, et par l’envoy de trente mille pistoles qu’on vous porte en poste» Carta de Mazarino a La Mothe, París, 28 de junio de 1643. Chéruel, Lettres du cardinal Mazarin, vol. I, p. 213.

[74Cinquiésme factum ou deffenses de Mesire Philippes de La Mothe-Houdancourt, París, 1649. p. 6-7.

[75Durante aquella incursión de un mes en el reino de Aragón la mayor parte de las villas de la Ribagorza fueron saqueadas con extrema dureza, Benavarre, la primera: «y las memorias que de esto quedó a la Ribagorza duraron muchos años». MHE, Parets, V, p. 124.

[76Cartas de Mazarino a Argenson, París, 17 de julio de 1643, y al duque de Brézé, París, 27 de julio de 1643. Chéruel, Lettres du cardinal Mazarin, vol. I, pp. 248 y 255.

[77ANF, 101 AP, f. Gramont, sup 6, pª 24. Carta de Luis XIV al mariscal de La Mothe, París 30 de junio de 1643.

[78Carta de Mazarino a La Mothe, París, 7 de julio de 1643. Chéruel, Lettres du cardinal Mazarin, vol I, p. 231-232.

[79Cinquiésme factum…p. 10.

[80Cinquiésme factum…p. 8.

[81Carta de M. de La Berchère a Mazarino, Barcelona, 15 de septiembre de 1643. AMAE, Corresp. Pol., Espagne, 20, fº113-114.

[82Cartas de Mazarino a M. d’Amontot (París, 28 de julio de 1643), y al barón de Rosté, residente en la Corte de Suecia (París, 20 de agosto de 1643). Chéruel, Lettres du cardinal Mazarin, vol. I, p. 263 y 294-296.

[83Carta de Ana de Austria al mariscal de La Mothe, París, 29 de agosto de 1643. ANF, 101 AP, f. Gramont, sup. 6, pª 32.

[84«Les lois d’amitié dont je fais profession avec vous m’obligent à vous raffraischir l’avis que je vous ay donné par ma precedente, qui est qu’il y a icy un peu d’estonement de ce que, apreès les efforts qu’on a faits […] les effets n’ont pas jusques icy respondu à cette attente. J’ay bien soustenu, comme j’en suis très persuadé, qu’il ne se pouvoit faire autre chose que ce qui a esté fait, et qu’il s’est rencontré des difficultés imprevues, qui n’ont que retardé vos desseins, dont on verroit bientôt les effets considerables. C’est de quoy je me suis fait fort pour vous, et c’est à quoy je vous exhorte pour l’amour de vous mesme et pour l’amour de moy encore, qui outre l’interest que je prends à ce qui vous touche, pourrois recevoir des reproches de la part du roy de Portugal, qui s’est mis en campagne par mes conseilset sur les asseurances que je luy ay données qu’il seroit soulage par les puissantes diversions que vous fairiez du costé de la Catalogne». Carta de Mazarino al mariscal de La Mothe, París, 1 de septiembre de 1643. Chéruel, Lettres du cardinal Mazarin, vol I, p. 333.

[85Henri debía renunciar a su obispado en favor del maestresala de Richelieu, Hardouin de Péréfixe, que más tarde se convertiría en preceptor y confesor del joven Luis XIV. Véase. Bergin, Making of French Episcopate, p. 530.
A propósito de la negativa de Mazarino a satisfacer esta demanda Henri Arnauld –hermano del célebre grand Arnauld- escribía a uno de sus amigos: «par là vous voyes en quelle posture sont les parents et les serviteurs du défunt Cardinal». Henri Arnauld à un correspondant anonyme. París, 31 décembre 1642. BNF, f. français, 15611, fº 598.
Mazarino había también denegado la mitra de Couserans a León de Saint-Jean, a quién le había sido prometida tal promoción por Richelieu, para darla a un protegido del canciller Séguier, Pierre de Marca, quién más tarde jugaría un papel tan importante en Cataluña.

[86Probablemente la intención de Richelieu era la de obtener del Papa la restauración de la primacía de Narbona sobre los obispados catalanes en perjuicio de la archidiócesis Tarraconense -sede primada de España- bajo control español.
En este sentido la coyuntura era favorable dado que el arzobispado de Tarragona estaba vacante desde 1637. Felipe IV había presentado en 1641 a Pau Duran, pero la Santa Sede se había negado a confirmar tal designación, como volvería a hacerlo en 1648. Véase Joan Busquets, «Neutralitat de la Santa Seu i Gal•licanisme a Catalunya durant la guerra de Separació (1640-1659)», Revista Catalana de Teologia, nº 19, 1994.

[87BNF, f. espagnol, 115, p. 545.

[88Mazarino a D’Argenson y a La Mothe. París, 4 de septiembre de 1643. Lettres de Mazarin, vol. I, p.342.

[89Luis XIV a todos los gobernadores de provincia y generales del ejército. París, 13 de septiembre de 1643. BNF, f. français, 4168, fº 149.

[90He aquí la trasncripción completa de la carta: «Ayant apris que la Royne a este obligée de faire arrester M. le duc de Beaufort et de faire retirer monsieur son pere et quelques autres en leurs maisons pour empescher le trouble que quelques mauvais esprits vouloient apporter au gouvernemment, et prevenir la discention quils fomentoient parmy M. les principaux ministres, je croirois manquer a la recoignoissance que je dois aux asseurances quil plaist a V. Em. de me donner par sa derniere de la continuation de l’honneur de son amitié, et a la profession que je fais destre entierement attaché a ses interests et a son service, sy en cette occasion je n’en renouvellois les asseurances a V. Em et ne la suppliois comme je fais d’en faire estat asseuré et prendre creance en tout ce que luy dira de ma part M. de Brenouille mon beau-frère, je l’envoye expres a la Royne pour luy justifier et rendre compte de mes actions et a V. Em a qui je rends tres humbles graces des tesmoignages quil luy a pleu d’en rendre, et la supplie de me continuer sa protection et ses bons offices, et veritablement monseigneur sans la consolation que j’ay receue des asseurances quil a pleu a V. Em. de m’en donner par la sienne, celles de leurs Majestez et de M. le Tellier me mettoyent au desespoir, car comme je n’ay point de plus forte passion que leur service et, particulierement de rendre mes actions agreables a V. Em, je m’estimerois bien malheureux sy j’avois donne subject den doubter et je m’assure que lorsque V. Em. sera esclaircie de la verité elle deffendera avec cognoissance ce quelle a soustenu par bonté je la supplie donc de voulloir donner audiance favorable a ce porteur et faire fondemente sur tout ce quil luy dira de l’estat de toutes choses pour y faire pourvoir selon quelle le jugera soin et de passion pour tesmoigner a V. Em par toutes mes actions que je suis avec le ressentiment et respect que je dois, Monseigneur, vostre tres humble et tres obeissant serviteur».
La Mothe a Mazarino. Barcelona, 25 de septiembre de 1643. AMAE, Mém. et Doc., 848, fº 90.

[91La Barde, De rebus Gallicis, p. 123.

[92La imputación de Argenson durante el proceso formado contra La Mothe pasa desapercibida en la mayor parte de la documentación, no obstante hemos encontrado un documento que no deja lugar a dudas. En él se habla del traslado de La Mothe junto con otros prisioneros al Arsenal de Grenoble, entre los prisioneros se hallan Dorée, intendente de finanzas, sobrino y subordinado de Argenson, y el propio Argenson. BNF, f. Dupuy, 646, fº259: Internement de M. le Maréchal de La Mothe.
Exonerado de los cargos, Argenson recobró el favor real y fue designado en 1650 embajador en Venecia (dónde sucedía precisamente a su predecesor en Cataluña, du Plessis-Besançon). Argenson murió desempeñando esta misión diplomática al año siguiente. Su nieto nacido en Venecia fue el célebre ministro de policía de Luis XIV, luego presidente del consejo de Finanzas y Garde des Sceaux durante la Regencia de Felipe de Orleans. Véase Barbier, Notice biographique sur René de Voyer d’Argenson, y M. Certeau, «Politique et mystique: René d’Argenson (1596-1651)».

[93En una carta cifrada enviada a la Corte en la que se denuncia el malgobierno y la corrupción del Virrey, se afirma: «El daño es publico, y bien conocido de todos pero no hay quien ose hablar palabras […] El señor de la Berchera dira mucho que save mucho…» Carta anónima en cifra, Barcelona 3 de mayo de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº208-209.

[94Cartas de Mazarino a Argenson (París, 4 de septiembre de 1643) y a La Berchère (París, 13 de septiembre de 1643). Chéruel, Lettres du cardinal Mazarin, vol. I, p. 342 y 365.

[95Lettre de La Mothe à Mazarin, Lérida, 28 octobre 1643. AMAE. Corresp.Pol., Espagne, 21, fº116.

[96Carta de Mazarino a La Mothe, París, 12 de noviembre de 1643. Chéruel, Lettres du cardinal Mazarin, vol.I, p. 452-453.

[97Cinquième factum ou déffenses de Messire Philippes de La Mothe-Houdancourt, París, 1649. p.5-6.

[98Ibidem p. 9.

[99ANF, 101 AP, f.Gramont, Sup. 3, pª 34.

[100En una carta del agente de Cataluña en París a la Corte escrita cinco meses después de la partida de La Berchère se relataba como: «el abad Montpalau nos ha dicho por cosa muy asentada que el Gobernador y el Mariscal de La Motte son enemigos y que esta enemistad o disgusto se ha originado de que el virrey ha sabido que el gobernador y el señor de la Berchera son muy amigos». (Carta de Pujolar a Hugues de Lyonne, secretario de Mazarino. París, 24 de septiembre de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 379). La enemistad a la que Montpalau hacía referencia era una ficción al servicio de las maniobras políticas del Virrey, lo interesante es el argumento con que se revistió, que nos da una idea de lo públicas y notorias que eran las malas relaciones con La Berchère.

[101No pasa inadvertida en la carrera de Marca su participación activa en el proceso de asimilación institucional de la Navarra francesa al Reino de Francia, debería servirle como modelo para su gestión en el Principado.

[102Instructions à M. de Marca s’en allant en Catalogne. París, 30 de enero de 1644. BNF, f. Baluze, 103, fº 29-40. Reproducida en Sanabre, La acción de Francia en Cataluña, Anexo nº XVI, p. 652-657.

[103Así en el mismo que acabamos de citar –en cifra- se continua diciendo que: «No hay Principe Soberano que sea mas altivo, ni que mas absolutamente govierne, como lo atestiguan sus obras, y dize que aqui hagan lo que quisieren, que assi el hará lo que le dará gusto, pero los Catalanes no se goviernan por gusto, sino por justicia, y por falta desta esta puesta Cataluña en mal estado. La causa desto es el señor Margarit que absolutamente lo dispone todo teniendo divertido el señor de la Motte con mugeres, haziendo las mas principales o alcabuetas y putas, de suerte que al presente no hay otra justicia que la que quiere una destas».

[104Anne de Noailles había sido nombrado mariscal de campo a los pocos días de iniciarse la regencia, y era además el capitán de guardias del cardenal Mazarino.

[105Parets explica como una parte de las fuerzas del ejército francés se dispersó para abalanzarse sobre la tienda del Virrey, que creían muerto, con la intención de darse al pillaje…Acabada la batalla, presa de la cólera o con la intención de dar un castigo ejemplar el propio La Mothe ejecutó de sendos pistoletazos a dos capitanes mezclados en aquel desorden. MHE, Parets, V, p. 152.

[106Carta de La Mothe a Mazarino. Cervera, 19 de mayo de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 225.

[107Carta de La Vallée a Le Tellier. Barcelona, 20 de mayo de 1644. AMAE, Corresp.Pol, Espagne, 21, fº228.

[108Instruction au Sr. de Beauvais Plesian sen allant de la part de leurs Magestez trouver le Sr. Mareschal de la Motte Viceroy, París, 10 de junio de 1644. BNF, f. français, 4169, fº.106-111.

[109Carta de Marca a Mazarino. Barcelona, 17 de agosto de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 314.

[110Armand de Maillé-Brézé, hijo del antiguo virrey de Cataluña, Urbain de Maillé-Brézé, mariscal de Brézé, era como hemos dicho sobrino de Richelieu. Si hasta 1642 fue conocido como marqués de Brézé para diferenciarlo de su padre el mariscal de Brézé (hemos querido referirnos a él como marqués de Maillé-Brézé para evitar equívocos), a partir de 1642 pasó a ser conocido como duque de Brézé, habiendo sucedido al cardenal de Richelieu en el ducado de Fronsac. En los documentos se hace referencia a él unas veces como el duque de Fronsac otras como el duque de Brézé. Véase René de La Bruyère, La Marine de Richelieu: Maillé-Brézé, général des galères, grand amiral (1619-1646), Plon, París, 1945.

[111MHE, Parets, V, p. 162.

[112«C’est avec un extreme deplaisir quil fault que je mande a vostre eminence que j’ay este oblige de lever le siege de Tarragone par la dissipation et affaiblissement des troupes et par la puissance du secours que le Roy d’ Espaigne y envoyait et plusieurs autres raisons que je suplie Votre Eminence avoir agreable que je remette a celle de monsieur de Beauvais Plessian, estant tellement accablé de cet accident et de la mauvaise sattisfaction que Votre Eminence temoigne avoir de moy par la derniere quelle me faict l’honneur de m’escrire quil ne me reste de force, que pour l’asseurer que tous ceux qui se forcent de me rendre un mauvais office auprès delle ne seront jamais avec une veritable passion que je le suis Monseigneur de V. Eminence, tres humble et tres obeissant serviteur». Carta del mariscal de La Mothe a Mazarino. Campo de Tarragona, 18 de septiembre de 1644. AMAE, Corresp. Po, Espagne, 21, fº 369.

[113Cinquième factum, p. 15.

[114Carta de Luis XIV al mariscal de La Mothe. París, 9 de septiembre de 1644. ANF, 101 AP, f. Gramont, Sup 3, pª 47.

[115Carta de los Diputados de Cataluña a sus embajadores en París. Barcelona, 15 de septiembre de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 355.

[116Cartas del Dr. Pont a Hugues de Lyonne, secretario del cardenal Mazarino. Barcelona, 14 y 15 de septiembre de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 350 y 356.

[117Chevallier, Louis XIII, p. 605.

[118«Brave mais fanfarron et violent à un point étrange […] » según el retrato que hace de él Tallémant des Réaux. Tallemant des Réaux, vol. II, p. 326.

[119El visitador general Pierre de Marca prevenía del peligroso estado de espíritu de los catalanes: «je suis obligé de lui faire sçavoir que si ces peuples voyent que la guerre ne peut estre terminée bien tost par la conqueste de Lerida, de Tourtose et de Tarragone, ils prendront de nouveaux conseils ; disans ouvertement qu’ils sont (fatigués) d’une si longue guerre et que toute la Catalogne doit estre sous le pouvoir d’un seul prince. Le sohuait general est pour le Roi, mais cest sous cette condition ; les interest et le repos de la province leur estant en plus grande consideration que les interest de la France».Carta de Marca a Mazarino. Barcelona, 17 de agosto de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 314.

[120Así en una carta del Dr. Pont a Lyonne se afirma: «hay quexa publica [contra el gobernador Margarit] que fomenta la parcialidad de los cadelles y destruye a los nyerros; y esto es muy peligroso al estado, y la peste de Cataluña y el camino mas fácil para dividir los naturales y perderse». Carta del Dr. Pont a Lyonne. Barcelona, 6 de noviembre de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 427.

[121Lluís G. Constans, Francesc de Montpalau, abat de Banyoles. Ambaixador del General de Catalunya, Institut d’Estudis Catalans, Barcelona, 1960.

[122Avisos de Cataluña a la Corte. 15 de agosto de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 317.

[123Avisos enviados a la Corte a finales de agosto de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 321.

[124AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 492-495.

[125AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 496.

[126La familia Reguer era una de las más influyentes de Barcelona, su casa había servido para alojar a La Mothe a su llegada a la capital. Los Reguer eran francófilos de la première heure, y lo más interesante emparentados con los Margarit.

[127AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 497-499.

[128Olivier Le Fevre d’Ormesson, Journal, ed. por A. Chéruel, París, 1861, vol I, p.208.

[129Pierre de Marca a Mazarino. Barcelona, 15 de agosto de 1644. AMAE, Corresp.Pol, Espagne, 21, fº 312.

[130AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 321.

[131Carta del Dr. Pont a Lyonne. Barcelona, 15 de septiembre de 1644: «se hacen los acostumbrados artificios con el Pueblo para que publique que los enemigos del Señor Mariscal son causa destas desdichas y que los ministros de aquí quieren perderle y por esto no le enbian las tropas necesarias ni a tiempo. Desto toman ocasión los mal afectos de decir que su Magestad quiere abandonar Cataluña y de todo esto nace un mal contentamiento universal, porque aquí estan justamente malcontentos de los de aquí porque no sale cosa buena. Estos lo estan de los de aquí porque dicen que no les asisten como es menester, y que son causa de los malos sucesos». AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 356.

[132Lettre de la Reyne Regente, mère du Roy aux Deputez du Principat de Catalogne et aux Conseillers de la ville de Barcelona avec la mémoire des hommes et de l’argent qui ont esté envoyez en Catalogne depuis la Regence de la Reine. París, 7 septembre 1644. Hemos utilizado el ejemplar impreso que se guarda en la BNF, f. Dupuy, 619, fº 310-313.

[133La referencia a las listas publicadas por La Mothe en una carta de Pujolar a Lyonne. París, 21 de septiembre de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 377.

[134Carta de los diputados a sus embajadores en París. Barcelona, 15 de septiembre de 1644 (el mismo día en que se había levantado el sitio de Tarragona). AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 355.

[135Avisos de Barcelona. 21 de septiembre de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 373.

[136Instrucción de los diputados del general a su embajador. Barcelona, 21 de septiembre de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 374.

[137Ibidem.

[138Carta del Dr. Pont a Lyonne. Barcelona, 28 de septiembre de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 385.

[139Carta de Pujolar al Conseller en Cap. París, 2 de noviembre de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 348.

[140Carta de Margarit a Montpalau. Barcelona, 21 de septiembre de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 376.

[141«Los catalanes y entendidos muestran que es menester que se mude no sólo el virrey sino todos aquellos por cuyos consejos se ha guiado, pues destos nace el mayor mal particularmente todas las cosas del gobierno por cuanto todo lo han encaminado a vengar sus pasiones y procurar sus intereses, y esto lo dicen porque el governador hallándose con la mano de la justicia hace quel consejo o parlamento aga negocio en muchas ocasiones que no se debe por causa de la guerra como lo ordenan las constituciones, y con esto hace declarar sus pleitos antiguos y los de sus parientes y amigos lo que causa grande sentimiento en todos». Avisos de Barcelona, 18 de octubre de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 410.

[142Carta de La Mothe a la Reina. Cervera, 15 de noviembre de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 438.

[143Carta de Margarit a Mazarino. Barcelona, 7 de noviembre de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 430.

[144Avisos de Barcelona, 30 de noviembre de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 442.

[145«Ha llegado el privilegio de la retencion de dos conselleres al sr. de Marca para que se pusiese en execution si viese convenia, afin de que el conseller en cap cuyo celo y conducta en el servicio de su Magestad contaba ser de importancia a los engoços presentes quedase en el oficio y hallase en él, el sr. conde de Harcourt. Que el sr. Mariscal de la Motte y governador de Cataluña que se dan por offendidos del dicho conseller en cap a causa de los negocios presentes teniendo noticia del dicho privilegio an procurado por medio de sus confidentes sembrar por el pueblo que dicho privilegio era muy perjudicial como que variaba el orden antiguo». Ibidem.

[146Carta de un confidente del Sr. Cardenal. Barcelona, 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 476.

[147«Que el sr, mariscal de la Motte despues de recibida la nueva de la hida del s. conde de Arcourt ha escrito una carta picante y llena de enfasisi a la ciudad de Barcelona la qual ha resuelto se le respondiese, y que dicha respuesta se le haga primero en pleno consejo». Avisos de Barcelona. 9 de noviembre de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 433.

[148Ibidem.

[149Plessis-Besançon, Correspondance et mémoires. p. 213.

[150«El conseller Don Lorenzo Barutell con otros aliados disputavan si al sr. conde de Harcourt se le havia de dar en Cataluña titulo de Alteza y que el sr. Joseph Montaner conseller en cap les dixo no tocava a ellos esa disputa, y que hizo resolver con justa razon se le escribiese con el titulo de Alteza». AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 436. El conde de Harcourt tenía derecho al título de Alteza -sin la mención de real o serenísima- por su condición de príncipe de la Casa de Lorena. Esta distinción se le reconocía en Francia en calidad de príncipe extranjero –el ducado de Lorena formando parte del Santo Imperio-, dándole un rango intermediario entre los príncipes de la Sangre y los duques y pares. La lealtad personal de Harcourt a la Corona sobre todo en tiempos de la Fronda le valió años después considerables distinciones en la Corte. Así en 1662 en ocasión de la visita del legado del Papa, el cardenal Chigi, Luis XIV le permitió permanecer cubierto, tal y como aparece en el tapiz de los gobelinos que se encargó para inmortalizar tal acontecimiento.

[151MHE, Parets, V, p. 168.

[152Avisos de Barcelona, 10 de diciembre de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 450.

[153La fortaleza había servido de prisión al duque de Bouillon, implicado en la conjura. Por otro lado la ejecución de Cinq-Mars y de Thou había tenido lugar en la place des Terraux, en la misma ciudad de Lyon.

[154Premnier factum, p. 11.

[155Joël Cornette (dir.), La Monarchie entre Renaissance en Révolution. 1515-179, París, 2000, p. 193.

[156Premier factum…p. 15.

[157MHE, Parets, V, p. 169.

[158«Il ne se trouvera point dans les comptes de l’Espargne, qu’il [La Mothe] ait touché une seule gratification comme les autres Géneraux d’Armée: n’ayant pas mesme esté payé de ses pensions et appointements de Mareschal de France. Au contraire on luy a regraté sur la rançon du Marquis de Povares, de laquelle le Roy lui avait gratiffié». Cinquième factum, p. 10.

[159Véanse en este sentido las mazarinadas: Establissement universal de la Paix Generale, y Demandes des Princes et Seigneurs qui ont pris les armes avec le Parlement et peuple de Paris, París, chez Pierre Variquet, 1649.

[160Notamos en los dichos inventarios que el águila de los carmelitas era una joya excepcional, cuyo valor se calculaba en 30.000 libras tournois (las rentas anuales del ducado de Cardona se calculaban en el mismo documento en 20.000 libras…). ANF, 101 AP, f. Gramont, série B, rég. 13: «succession de M. le Mareschal de la Mothe-Houdancourt», carton 4, liasse 2, côté 14. El inventario data de 15 de noviembre de 1650.

[161Avisos del 12 de noviembre de 1644. AMAE, Corresp. Pol, Espagne, 21, fº 436.

[162En este sentido no debemos olvidar el asunto de las cartas españolas de Ana de Austria, que en 1637 había estado a punto de provocar el repudio de la Reina.

[163La Corte de Felipe IV se encargaba por su parte de favorecer estos rumores. La caída en desgracia de Olivares y del protonotario Villanueva en 1643 y la presencia frecuente de Felipe IV y el príncipe Baltasar Carlos en la Corona de Aragón desde aquel año, se habían convertido además en los emblemas de un cambio de actitud de la Monarquía Española hacia al Principado.

[164Lejos de favorecer el arrinconamiento del gobernador Margarit el primer ministro le escribió asegurándole que la desgracia del Virrey no tendría repercusiones negativas para él. Marca y el conde de Harcourt recibieron instrucciones en este sentido para evitar que tras la caída de La Mothe se iniciara una revancha violenta contra sus partidarios en Cataluña. Marca supo actuar con el tacto que recomendaba Mazarino. No podemos decir lo mismo del conde de Harcourt, que desde el principio de su mandato se apoyó en los antimotistas entrando así en el juego de partidos.

[165Francesc Pascual de Panno y Ruata, Motines de Cataluña (escrito hacia 1646), ed. de Isabel Juncosa y Jordi Vidal, Barcelona, 1993, p. 189. El cronista comete el error de decir que La Mothe fue enviado a Toulouse en lugar de a Lyon.

[166MHE, Parets, V, p. 169.

[167Felipe IV había intentado comprar las salinas de Cardona en 1636, para ello encargó a fray Antonio de Sotmayor negociar con el Duque, Don Enrique de Aragón. Sin embargo no hubo acuerdo. Andreu Galera i Pedrosa, «La sal de Cardona», Dovella, revista cultural de la Cataluña central, nº48, octubre 1994, pp. 29-34. Otro articulo interesante del mismo autor sobre la hacienda de los estados de la Casa de Cardona «La hisenda de la Casa Ducal de Cardona i els seus estats a mitjan segle XVII», Dovella, nº 69, 2000, pp. 41-47.